lunes, 24 de abril de 2017

Lesiones en Miembro Superiror II: Codo y Antebrazo

Introducción y valoración
La articulación del codo precisa una exploración física adecuada y completa debido a que funcionalmente es la articulación más importante del miembro superior, posicionando la mano en el espacio, acercándola o alejándola del cuerpo, y permitiendo al individuo actividades como el aseo personal, vestirse o alimentarse entre muchas otras.
El codo está compuesto por tres articulaciones:
1. Articulación húmero-cubital.
2. Articulación húmero-radial.
3. Articulación radiocubital proximal.

La valoración inicial es la inspección visual del codo identificando el ángulo de carga. Éste es el ángulo formado por los ejes longitudinales del brazo y del antebrazo en supinación formando un ángulo en valgo llamado “ángulo de carga”, cuyo valor normal se encuentra entre los 5º en hombres hasta los 15º en mujeres.
Alteraciones en el ángulo de carga sugiere anomalías congénitas o traumatismos previos como fracturas de epicóndilos o principalmente fracturas supracondíleas en niños con secuelas rotacionales o lesiones de la fisis.
Las tumefacciones en el codo pueden ser localizadas o difusas. La inflamación localizada a nivel del olécranon, con o sin aumento de tamaño, es sugestiva de bursitis olecraneana, a nivel de los epicóndilos puede ser epicondilitis o epitrocleitis, y el aumento de tamaño del receso infracondilar, inferior al cóndilo lateral del húmero, es indicativo de derrame articular.
Cuando el derrame articular es abundante, el codo se sitúa en la posición de máxima capacidad articular la cual es de 80º de flexión aproximadamente.
La tumefacción difusa del codo puede sugerir patología reumática con artrosis degenerativa importante, infecciones locales como artritis séptica/celulitis o traumatismos significativos con fracturas y/o luxaciones asociadas.
La mayoría de las prominencias óseas del codo son subcutáneas permitiendo su fácil palpación.
El epicóndilo, la epitróclea y la punta del olécranon forman un triángulo equilátero cuando el codo se encuentra flexionado a 90º (triángulo de Nelaton), convirtiéndose en una línea recta con la extensión completa del mismo (línea de Hueter). Pacientes con alteración aguda de este referente anatómico sugieren fracturas y/o luxaciones de alguno de los componentes óseos de la articulación del codo.
En la región lateral se debe palpar la columna lateral del húmero, el epicóndilo, el receso infraepicondíleo, la cara lateral del olécranon y la cabeza radial. Una presión adecuada sobre la cúpula radial acompañada de movimientos de prono supinación y flexo extensión del codo proporcionan una información importante de la congruencia articular o posibles fracturas, incluso del capitellum, en caso de presentar dolor intenso con impotencia funcional y cambios inflamatorios locales sin hallazgos patológicos en la radiografía simple.
Las fracturas de la cúpula radial pueden ser de trazo único o conminutas y estar desplazadas, sin desplazar o afectar únicamente al cuello de la cabeza radial.
Una alteración importante en la congruencia anatómica normal nos puede hacer sospechar una luxación lateral, anterior o posterior de la articulación húmero radial. La patología traumática más frecuente en niños entre los 1-4 años de edad es la pronación dolorosa o “codo de niñera”, ocasionado habitualmente por una tracción brusca del miembro superior en extensión con el antebrazo pronado produciendo la subluxación de la cabeza radial.
Fractura cúpula radial
"Codo de Niñera"

El niño se niega a mover el brazo manteniendo el codo en extensión y el antebrazo pronado con imposibilidad para la supinación. Descartada cualquier sospecha de fractura, el tratamiento es la reducción de la subluxación con recuperación casi inmediata del rango de movilidad del codo. La maniobra consiste en llevar el antebrazo a supinación en extensión completa para realizar a continuación una hiperflexión del codo, colocando el pulgar sobre la cabeza del radio para palpar el característico chasquido que acompaña y confirma la reducción. No precisa inmovilización.
Dolor, crepitación y hematoma localizado en el epicóndilo con impotencia funcional del codo al igual que para la extensión activa de la muñeca sugieren fractura del epicóndilo lateral con avulsión de la musculatura extensora de la muñeca. Este tipo de fractura es poco habitual en adultos pero muy frecuente en niños con edades entre los 3-14 años. El arrancamiento único del epicóndilo es inusual, por lo general el trazo de fractura inicia en el epicóndilo continuando con dirección intraarticular hacia el cóndilo humeral lo que hace que su tratamiento sea quirúrgico en la mayoría de los casos.

En la cara medial del codo se debe palpar la columna medial del húmero, la epitróclea y la cara medial del olécranon. En ocasiones, y ante un explorador experimentado, se puede palpar el ligamento colateral medial principal, estabilizar del codo al valgo forzado. La potencia del ligamento colateral medial y del grupo muscular flexor-pronador que se originan en la epitróclea, hace que la mayoría de las fracturas de la epitróclea ocurran por un mecanismo indirecto de tracción muscular violenta principalmente en niños o adolescentes debido a la fusión tardía del núcleo de crecimiento. En adultos se asocia además a traumatismos directos acompañando por lo general a luxaciones. En estos casos es imprescindible explorar el nervio cubital que puede estar elongado o comprimido por alguno de los fragmentos óseos desplazados. Según sea el desplazamiento del fragmento, el tratamiento puede ser conservador o quirúrgico.
Conjuntamente con la exploración de las columnas medial y lateral del codo, la cara posterior debe ser cuidadosamente palpada con el fin de diagnosticar las dos fracturas más comunes de la articulación del codo: las fracturas supracondíleas de húmero distal y las fracturas de olécranon.
Las fracturas supracondíleas son el tipo de fractura de codo más común en niños. Ocurre habitualmente en niños entre los 5-7 años, por lo general en el miembro no dominante y con una incidencia similar entre hombres y mujeres según un estudio reciente. El mecanismo de lesión es por lo general (98%) por una caída con la mano y el codo en extensión completa. El 2% de las fracturas supracondíleas en niños ocurren por un traumatismo directo en la cara posterior del codo provocando un desplazamiento anterior y en flexión del fragmento distal con alto riesgo de lesión vascular y/o nerviosa. Durante la exploración física es importante aclarar que el triángulo de Nelaton no se ve alterado y en fracturas desplazadas es imprescindible valorar el pulso radial debido al riesgo elevado de lesión vascular o atrapamiento de los vasos a nivel del foco de fractura constituyendo una emergencia quirúrgica. En traumatismos de alta energía, puede existir concomitantemente una fractura de radio distal ipsilateral o fractura de cúbito y radio con riesgo importante de producir un síndrome compartimental.
La radiografía AP y L de codo es el estudio radiológico de primera elección permitiendo valorar el trazo de fractura, la conminución, el grado de desplazamiento, la rotación o traslación del fragmento distal o el compromiso intraarticular de la fractura. La clasificación de Gartland es la más usada para describir el tipo de fractura en extensión.
Si hay sospecha de una fractura grado I en la cual no se aprecia una imagen clara de fractura en la radiografía, puede ampliarse el estudio con proyecciones oblicuas del codo afecto e imágenes comparativas del codo no traumático. Si a pesar de esto la línea de fractura no es visible y la clínica del paciente es sugestiva de una fractura supracondílea, el hallazgo en la radiografía lateral de una almohadilla grasa a lo largo de la cortical posterior en el tercio distal del húmero confirma el diagnóstico en un 80% de los casos. El tratamiento de las fracturas supracondíleas en niños depende del tipo de fractura según Gartland. Para las fracturas grado I el tratamiento es conservador, inmovilizando el miembro superior con un yeso braquiopalmar a 90º de flexión del codo y antebrazo en rotación neutra durante tres o cuatro semanas, para las fracturas grado II o III con mínimo desplazamiento, la reducción cerrada y la síntesis con agujas de Kirschner con control Rx intraoperatorio es el tratamiento habitual. Para fracturas grado III muy desplazadas puede ser necesario realizar una reducción abierta y una síntesis bajo visión directa con agujas de Kirschner cruzadas para mejorar sustancialmente la estabilidad del fragmento distal.
Las fracturas supracondíleas puras en adultos no son muy frecuentes, excepto en los pacientes ancianos con hueso osteoporótico. En pacientes jóvenes, las fracturas del extremo distal del húmero se asocian a traumatismo importante afectando por lo general a la superficie articular requiriendo tratamiento quirúrgico en la mayoría de los casos.

El dolor a la palpación del tercio proximal del cúbito acompañado de tumefacción, hematoma, deformidad e impotencia funcional podría corresponder con una fractura de olecranon o una fractura luxación de Monteggia. La fractura de olécranon ocurre usualmente por traumatismos directos del codo contra el suelo precisando tratamiento quirúrgico cuando el desplazamiento es >3mm. La fractura de Monteggia corresponde a la fractura del cúbito a nivel del tercio proximal acompañado de la luxación de la articulación radio humeral proximal. Por lo general, la osteosíntesis del cúbito reduce la luxación de la cúpula radial sin necesidad de otra maniobra quirúrgica.
Las fracturas del tercio medio del antebrazo generalmente son producidas por traumatismos directos de alta energía o por proyectil de arma de fuego. Las características clínicas son similares a otras fracturas, pero es importante considerar la lesión de cualquiera de los tres nervios que discurren por el antebrazo, nervio radial, nervio cubital o nervio mediano.

En pacientes adultos el tratamiento generalmente es quirúrgico restaurando la congruencia y funcionalidad prono-supinatoria del antebrazo.

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