Introducción
y Conceptos
El acto del vómito
suele estar constituido por una secuencia de tres fases:
La náusea se refiere a la sensación
desagradable de vómito inminente. Puede aparecer como síntoma independiente.
La arcada normalmente precede al vómito y
consiste en contracciones espasmódicas de la musculatura abdominal que inducen
un incremento de la presión intragástrica, asociadas al cierre de la glotis.
El vómito es entendido como la expulsión
forzada y enérgica del contenido gastrointestinal a través de la boca.
Las náuseas y los
vómitos constituyen un motivo frecuente de consulta médica y son síntomas comunes
a múltiples procesos que incluyen tanto patología digestiva como
extradigestiva, siendo los fármacos otra causa posible a tener en cuenta.
Cuando las náuseas y
los vómitos aparecen de forma aguda representan mayormente un mecanismo de
defensa que se desencadena en respuesta a diversos estímulos, como ocurre en la
gastroenteritis aguda y en las intoxicaciones alimentarias. También pueden ser
manifestación de enfermedades sistémicas graves así como de patología
quirúrgica urgente.
Además de ser
susceptibles de reducir significativamente la calidad de vida, las náuseas y
los vómitos suponen un impacto socio-económico importante.
Etiología
Las náuseas y los
vómitos corresponden a un amplio espectro de posibilidades diagnósticas.
El diagnóstico
diferencial incluye desde patología gastrointestinal y de la cavidad
peritoneal, hasta procesos endocrinometabólicos y neurológicos. Son causas
comunes de náuseas y vómitos agudos la gastroenteritis y los fármacos.
Etiología de los
vómitos
Cardiovasculares: síndrome coronario agudo, HTA,
insuficiencia cardiaca.
Digestivas:
– Inflamación
visceral: gastroduodenitis, úlcera péptica, hepatitis aguda, cólico biliar,
colecistitis, colangitis, pancreatitis, apendicitis, diverticulitis aguda,
enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad inflamatoria pélvica,
salpingitis, inflamación peritoneal de origen metabólico.
– Obstrucción
mecánica: estenosis pilórica, adherencias intraperitoneales, hernias,
neoplasias, vólvulo, invaginación.
– Obstrucción
funcional: gastroparesia, pseudoobstrucción intestinal crónica, dispepsia
funcional, dismotilidad secundaria a trastornos sistémicos (amiloidosis,
esclerodermia).
– Isquemia
intestinal: isquemia mesentérica aguda, isquemia mesentérica crónica, colitis
isquémica.
– Perforación a
peritoneo libre.
Endocrinometabólicas: embarazo,
hipo/hiperparatiroidismo, hipo/hipertiroidismo, cetoacidosis diabética, uremia,
hiponatremia, hipercalcemia, insuficiencia suprarrenal, porfiria aguda
intermitente.
Fármacos: citostáticos (cisplatino,
metotrexato, tamoxifeno), analgésicos (aspirina, AINE, opiáceos),
cardiovasculares (digoxina, antiarrítmicos y antihipertensivos),
antimicrobianos (eritromicina, tetraciclinas, tuberculostáticos, aciclovir),
antiparkinsonianos (L-Dopa, bromocriptina), anticonvulsivantes (fenitoína,
carbamacepina), anestésicos, antidiabéticos orales (metformina), otros
(sulfasalacina, azatioprina, corticoides, teofilina, anticonceptivos orales).
Infecciosas: gastroenteritis aguda (vírica,
bacteriana), hepatitis, otitis media, sinusitis, septicemia.
Nefrourológicas: insuficiencia renal, cólico
nefrítico, pielonefritis.
Neurológicas: hemorragia cerebral o
cerebelosa, infarto, tumores, abscesos, hidrocefalia, migraña, meningitis,
encefalitis, alteraciones vestibulares, enfermedades desmielinizantes.
Psiquiátricas: ansiedad, depresión, anorexia,
bulimia, vómitos psicógenos.
Otras: radioterapia, reacción
vaso-vagal, síndrome de vómitos cíclicos, náuseas y vómitos postoperatorios,
dolor intenso, síndrome paraneoplásico, abuso de alcohol, remedios herbarios
Aproximación
al paciente con náuseas y vómitos en Urgencias
La American
Gastroenterological Association propone 3 pasos a la hora de realizar la evaluación
inicial del paciente con náuseas y vómitos:
1. En primer lugar,
será prioritario reconocer y corregir aquellos estados que puedan comprometer la
vida del paciente (hipovolemia, alteraciones hidroelectrolíticas).
2. A continuación,
nos centraremos en determinar la causa subyacente para iniciar un tratamiento específico.
3. En tercer lugar,
si la causa no ha sido identificada, se valorará el inicio de tratamiento
sintomático.
Valoración
inicial y estabilización
Valorar el estado
general del enfermo mediante la evaluación de la situación hemodinámica
(taquicardia, hipotensión ortostática), objetivando la presencia de signos de
deshidratación (sequedad mucocutánea, disminución de la turgencia cutánea). Se
establecerá un acceso venoso periférico para reposición de líquidos en caso de
signos de hipovolemia.
Es fundamental
excluir las posibles complicaciones derivadas de las náuseas y vómitos. La
presencia de hematemesis es un signo de alarma. La exploración física será
completa, con especial atención a nivel abdominal (focalizada en palpación y
auscultación), con el fin de obtener datos sugestivos de patología quirúrgica
urgente (obstrucción mecánica, perforación).
Realización de una
exploración neurológica.
Historia
clínica
La anamnesis debe
ser minuciosa y sistemática, interrogando al paciente sobre los antecedentes médico-quirúrgicos,
ginecológicos, fecha de última regla (mujer en edad fértil), toma de fármacos
de reciente prescripción o modificaciones en la posología de tratamientos
crónicos, consumo de alcohol y drogas ilícitas, viajes recientes, otros
miembros de la familia con similar sintomatología, etc.
Además, es posible
obtener información esencial para la orientación diagnóstica a través de 4
aspectos fundamentales:
1. Características
del vómito. La presencia de sangre fresca o digerida (posos de café) orienta
a hemorragia digestiva alta. Los vómitos biliosos pueden ser manifestación de
una obstrucción alta del intestino delgado. La presencia de alimentos no
digeridos orienta a estasis del alimento en la luz del esófago (obstrucción
mecánica, acalasia, divertículo de Zenker) o causa psicógena. Si el contenido
del vómito es fecaloideo, se debe sospechar obstrucción intestinal o fístula
gastrocólica.
2. Relación con
la ingesta. Las náuseas y vómitos matutinos se observan en entidades como el
embarazo, el alcoholismo, la uremia y la hipertensión intracraneal. Cuando
aparecen durante o inmediatamente después de la ingesta sugieren un origen
psicógeno o la presencia de úlcus yuxtapilórico. Los vómitos que aparecen
pasadas las 12 H tras la ingesta sugieren una obstrucción pilórica o
dismotilidad.
3. Tiempo de
evolución. Corta evolución (desde horas hasta máximo de 2 días)
generalmente son originados por una gastroenteritis infecciosa o un fármaco de
nueva prescripción.
Cuando los vómitos
son de reciente instauración y se asocian a dolor abdominal agudo, debemos considerar
como posibilidades diagnósticas la apendicitis, colecistitis, pancreatitis,
oclusión intestinal e isquemia mesentérica. Larga evolución (> 1 mes) pueden
deberse a causas psicógenas, gastroparesia o pseudoobstrucción intestinal
crónica.
4. Sintomatología
asociada. La coexistencia de síntomas tales como dolor abdominal, fiebre, diarrea,
pérdida ponderal, dolor precordial, cefalea, déficit neurológico y vértigo,
pueden ser clave para el diagnóstico.
Exploración
física
Signos vitales y
exploración general por aparatos incluyendo la exploración neurológica
(focalidad neurológica, rigidez de nuca y signos meníngeos). El tacto rectal
puede ser útil para evaluar la presencia de sangre (tumores, isquemia) y
descartar impactación fecal a nivel de ampolla rectal.
Pruebas
complementarias
Son útiles tanto
para evaluar las consecuencias metabólicas y nutricionales del vómito como para
orientar el diagnóstico.
• Sistemático de
sangre y bioquímica: glucosa, urea, creatinina, iones, bilirrubina, GOT, GPT, amilasa
y lipasa (sospecha de pancreatitis), calcio (descartar
hipo/hiperparatiroidismo) y CPK (sospecha cardiopatía isquémica).
• Sistemático de
orina y test de embarazo en toda mujer en edad fértil.
• Gasometría
venosa: en vómitos incapacitantes o repetidos para descartar alteraciones del equilibrio
ácido-base.
• EKG.
En función del
contexto clínico, se solicitarán radiografía de tórax y abdomen (sospecha de obstrucción
intestinal), gasometría arterial (signos de gravedad), ecografía abdominal
(sospecha de patología bilio-pancreática), endoscopia oral (sospecha de
patología del tracto digestivo alto), TAC cerebral (focalidad neurológica),
niveles plasmáticos de fármacos (digoxina, teofilina).
Complicaciones
• Deshidratación,
alcalosis metabólica hipoclorémica e hipopotasémica y malnutrición: en casos de
vómitos de gran cuantía y/o prolongados.
• Síndrome de
Böerhaave: rotura espontánea del esófago y se manifiesta como dolor brusco
retroesternal o epigástrico asociado a sudoración, fiebre, neumomediastino o
derrame pleural. Es una urgencia quirúrgica.
• Síndrome de
Mallory-Weiss: laceración de la mucosa esofagocardial provocada casi
siempre por náuseas o vómitos intensos (asociado a hernia hiatal y
alcoholismo). Se manifiesta como hemorragia aguda o hematemesis, normalmente
leve y autolimitada, aunque puede llegar a ser importante en algunos casos.
• Broncoaspiración:
sospechar ante la aparición de disnea súbita, condensación pulmonar o fiebre
(pacientes debilitados, con deterioro del nivel de consciencia…).
Tratamiento
La exclusión de
patología médica y quirúrgica urgente, junto a la ausencia de un cuadro de deshidratación,
permiten plantear el alta hospitalaria. Si se prevé un curso leve y
autolimitado, el paciente podrá ser dado de alta con reposición de líquidos y
electrolitos de forma ambulatoria, siempre que se haya objetivado una respuesta
favorable al tratamiento y una tolerancia oral adecuada en Urgencias.
Por el contrario,
existen una serie de circunstancias que hacen necesario el ingreso hospitalario
como son la presencia de signos de deshidratación y malnutrición severa, la
sospecha de una causa grave, aquellos casos que sean tributarios de tratamiento
quirúrgico, la presencia de complicaciones y la ausencia de una respuesta
satisfactoria al tratamiento.
La reposición
hidro-electrolítica se realizará en función del grado de deshidratación.
Será fundamental
determinar la causa subyacente con el fin instaurar el tratamiento específico, ya
que contribuirá a la reducción de las náuseas y vómitos; sin embargo, en la
mayoría de los casos, el abordaje inicial se basará en el tratamiento
sintomático con antieméticos, aunque la causa no se haya identificado.
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