La PCR constituye una de las principales causas de muerte en Europa. La causa de la parada, en la mayoría de los casos, es de origen cardíaco. Cuando se registra el ritmo que presenta el paciente con un DEA (desfibrilador externo automático) in situ, se ha observado que en un elevado número de casos presentan una FV (fibrilación ventricular).
El tratamiento más
efectivo para estas víctimas consiste en una RCP inmediata llevada a cabo por
testigos, así como la utilización de un DEA.
Es por ello que resulta crucial tener un amplio conocimiento actualizado sobre las recomendaciones para llevar a cabo una RCP de calidad, elevando de este modo las probabilidades de éxito en la asistencia a la PCR, y por tanto incrementar las cifras de pacientes supervivientes.
Debido a esta
destacada importancia, se llevan a cabo revisiones y actualizaciones de forma
periódica por parte de las Asociaciones y Consejos más destacados, como la AHA,
la ERC, la ILCOR...
Las más actuales son
las Guías de RCP del 2015 de la ERC y de la AHA, tomadas como referencia a
nivel mundial y por tanto me basaré en ellas para recoger las actualizaciones
más destacadas.
También se han
publicado artículos relacionados recientemente como "International
Consensus on Cardiopulmonary Resuscitation and Emergency Cardiovascular Care
Science With Treatment Recommendations Summary" en 2018 y "Review of
the last 25 years and vision for the future" de la ILCOR de 2017.
Se insiste en la
trascendencia de que exista una adecuada coordinación entre los operadores
telefónicos con los servicios de emergencias médicas y los testigos, así como
la accesibilidad inmediata a un DEA para favorecer la supervivencia de la PCR
prehospitalaria.
La parada cardiaca
traumática constituye un proceso diferente al de la parada cardiaca originada
por causa médica. Así fue reconocido en 2015 por las guías internacionales
(ILCOR).
De forma resumida,
esas diferencias marcadas por las guías se concretan en los objetivos a
conseguir prioritariamente en cada proceso.
Los objetivos del
tratamiento de la PCR de origen traumático, se centran en abordar la hemorragia
masiva y aliviar las causas obstructivas del shock.
Recuerde que una PCR
en el contexto de un accidente podría no ser traumática. Valore esta posibilidad
especialmente en traumatismos menores o accidentes que puedan ser debidos a
desvanecimiento previo.).
RCP
en parada cardiaca traumática
La mayoría de las PCR son
producidas por una causa de origen médico, generalmente por un problema
respiratorio, tal como una obstrucción de la vía aérea o bien arritmias
cardíacas, las cuales deben ser tratadas según las recomendaciones descritas
anteriormente, es decir, con una RCP precoz de calidad. Sin embargo, se dan
circunstancias especiales, menos frecuentes, en las que la etiología de la PCR
es diferente, como es el caso de la parada cardiaca traumática (PCT). Debido a
esta disimilitud en la fisiopatología, el tratamiento y manejo de estas
víctimas, también variará.
La PCT se da cuando un paciente que
ha sido gravemente lesionado, deja de generar un gasto cardíaco de manera
espontánea. Históricamente, la reanimación de estos pacientes ha sido
considerada fútil por la mayoría de autores, debido a las mínimas probabilidades
de supervivencia. Sin embargo, revisiones más recientes, revelan resultados más
esperanzadores declarando que a pesar de que la PCT sigue implicando una
elevada mortalidad, las tasas de supervivencia han mejorado ligeramente, lo que
ha llevado a replantearse el tratamiento de estos pacientes. Estas tasas han
pasado de estar entre 2-4% de supervivencia, a alcanzar cifras de 8%.
Incluso, destacan que de entre las
víctimas que logran alcanzar un RCE, los supervivientes presentan resultados
neurológicos mucho mejores que en otras causas de PCR.
Si un paciente traumático sufre una
PCR, es imprescindible discernir si el origen de esta no es traumática, en cuyo
caso se llevaría a cabo el algoritmo universal de RCP.
Sin embargo si se sospecha que la
víctima presenta una PCT, se efectuarán cambios en el manejo del paciente.
Las últimas guías de la ERC,
incorporan un nuevo algoritmo para tratar a los pacientes que presenten una
PCT. (Tabla 2) Sin embargo Evans, desaconseja establecer algoritmos,
argumentando la importancia de basar el manejo de las víctimas en la
experiencia del equipo, así como atender a las diferentes prioridades que
varían según la situación, lo cual no viene recogido en los algoritmos.
Proponen atender a cinco aspectos para guiar las actuaciones.
Como se menciona
previamente, los supervivientes tras una PCT son muy escasos, sin embargo no
debemos descartar su manejo inicialmente, cuando se dispone del material y el
equipo sanitario adecuado. Es importante atender a diferentes aspectos que nos
determinarán si se debe iniciar o no la reanimación, ya que existen ciertos factores
de pronóstico favorables en la PCT. Un traumatismo penetrante se relaciona con
mayores probabilidades de supervivencia que los cerrados, así como la presencia
de algún signo vital desde que el equipo sanitario entra en contacto con el paciente.
Además, el tiempo será un componente clave, relacionándose tiempos inferiores a
diez minutos de PCR con mejores resultados. También será un factor beneficioso
si se detecta contractilidad cardíaca mediante ultrasonidos.
El tratamiento de
estos pacientes consistirá en abordar aquellas causas reversibles de manera
prioritaria en el ámbito prehospitalario con un rápido traslado al hospital adecuado
más cercano.
Aquellos pacientes que
no presenten al menos una de estas circunstancias, tendrán unas posibilidades
extremadamente reducidas de subsistir (<1%), y será necesario plantearse
iniciar o continuar los esfuerzos de reanimación.
Según Viejo, las PCT
son más frecuentes en varones de edad media, siendo el mecanismo lesivo más habitual
el accidente de coche, seguido de atropellos y precipitaciones.
La PHTLS describe como
situaciones en las que no está indicado iniciar la RCP, aquellas en las que los
pacientes presenten lesiones incompatibles con la vida, los que necesiten un
traslado superior a quince minutos, un traumatismo penetrante sin signos
vitales o un traumatismo cerrado sin pulso y con apnea a la llegada del SEM.
A estas últimas
circunstancias, la National Association of EMS Physiscians and American College
of Surgeons Committee on Trauma29, añaden como requisito no presentar actividad
electrocardiográfica organizada. Mientras que la ERC, señalan como motivos para
detener la RCP la presencia de un trauma masivo incompatible con la vida o
ausencia de signos vitales en los primeros quince minutos.
Debido a la
puntualización de atender a la actividad eléctrica del corazón, la ecografía
adquiere un importante papel. Smith, Evansy Viejo, coinciden en la trascendencia
de la ecografía para diferenciar los pacientes con una actividad eléctrica sin
pulso (AESP), de aquellos con una pseudo-AESP, en los cuales a pesar de no
tener pulso palpable, tienen actividad eléctrica y por tanto se deben poner en marcha
las actuaciones de reanimación. Truhlár, también destaca el papel de la ecografía,
pero aclara que esta técnica no debe retrasar las intervenciones de resucitación.
Smith25 añade el papel
de la ecografía para diagnosticar un taponamiento cardíaco, un neumotórax y
valorar el volumen a través de la medición del diámetro de la vena cava
inferior.
Sin embargo aquellos
que tengan una verdadera AESP son propensos a que se detengan los esfuerzos, ya
que no sobrevivirán y suponen un agotamiento de los recursos así como un riesgo
de exposición del equipo sanitario.
Atendiendo a las causas
más habituales que producen una PCT, se encuentra la hipovolemia por hemorragia
siendo la principal de ellas, así como neumotórax a tensión, taponamiento
cardíaco, fallo respiratorio o daño en el Sistema Nervioso Central.
Una de las claves que
diferencia la realización de una RCP ante una parada de origen médico y una
PCT, son las compresiones torácicas. En una situación de normovolemia están
recomendadas, sin embargo no es así en la PCT, debido a que la mayoría de estos
pacientes presentan una gran hipovolemia. Esta puede ser provocada por una
hemorragia masiva o bien por un mal funcionamiento de la precarga del corazón
como consecuencia de un taponamiento cardíaco o un neumotórax a tensión.
Realizar compresiones en un estado de hipovolemia afecta negativamente,
pudiendo producir daños, de modo que la prioridad será la reposición de volumen
o aliviar la obstrucción, según la situación.
Cabe destacar, que si
se da la situación en la que el mecanismo no encaja con una PCT primaria, sino
con una PCR de origen médico secundario a un traumatismo, se siguen los
algoritmos de RCP estándar.
Un adecuado manejo de
la ventilación de la víctima de una PCT radica en un inmediato control de la
vía aérea. Inicialmente puede ser empleada una COF con ambú, aunque posteriormente
necesitará una vía aérea definitiva. La intubación, en la mayoría de los casos
puede resultar dificultosa, debido a situaciones tales como un trauma facial,
hemorragias, etc... Es por ello que se recomienda la utilización de DSG, que
serán sustituidos por un TET una vez alcanzada la RCE
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