martes, 13 de agosto de 2024

Atención Prehospitalaria y Atención Inicial de los Pacientes Traumatizados en los Servicios de Urgencias 2

 

MÉTODOS DIAGNÓSTICOS Y ABORDAJE TERAPÉUTICO

 La metodología de "atención inicial al politraumatizado" está basada en el seguimiento de un procedimiento sistemático bien establecido, donde se imbrican simultáneamente procesos diagnósticos y terapéuticos, y cuyos objetivos son fundamentalmente dos:

1) Detectar de forma precoz lesiones de riesgo vital y solucionarlas de inmediato.

2) Efectuar un examen completo y sistemático del paciente, evitando obviar lesiones que de otra forma podrían pasar desapercibidas.

Académicamente se podría dividir el mencionado proceso en 6 etapas:

- Valoración primaria y resucitación.

- Valoración secundaria.

- Categorización y triage.

- Derivación y transporte.

- Reevaluación continua.

- Cuidados definitivos.

 

 

Valoración primaria y resucitación

Su objetivo es evitar la muerte inmediata del paciente detectando las situaciones que ponen en riesgo su vida, resolviéndolas de inmediato. Lo realizamos siguiendo la clásica regla del A, B, C, D, E, donde A representa la vía aérea y control cervical bimanual, B la ventilación, C la circulación, D el estado neurológico y E la exposición corporal completa y control ambiental. Se iniciará con la A y finalizará con la E; no se pasará de una letra a otra sin haber resuelto previamente la anterior. Con la neuva revisión de la revisión primaria del politrauma se ñanade al principio la X que representa el control de las hemorragias exanginantes.



 

X

Representa las hemorragias masivas y su control, debemos comprobar si existen hemorragias masivas que pongan en peligro la vida del paciente. Para ese control podemos utilizar presión directa, torniquetes homologados para extremidades, torniquetes para zonas de la unión (ingles, glúteos, axilas, perineo, pelvis, base del cuello) o vendajes hemostáticos.

Además, iniciaremos la maniobra RCP en caso de ser necesario

 

A

Se deberá garantizar una vía aérea (VA) permeable, con control bimanual y ligera tracción de la columna cervical, maniobra fundamental para la supervivencia del paciente, al proporcionar una ruta expedita para el intercambio de aire entre los pulmones y el medio externo, sin descuidar la columna cervical. Permite reconocer la obstrucción al paso de aire en las vías aéreas superiores y solucionarlo.

La causa más común de obstrucción de la vía aérea en el paciente inconsciente es la caída del paladar blando y la lengua, sin embargo, no hay que olvidar la posibilidad de que el vómito, sangrado, secreciones y otros objetos extraños puedan ocluirla. Se procederá a la remoción del casco en caso de que el paciente lo llevase puesto.

Para lograr la permeabilidad de la vía aérea se deberá efectuar la maniobra de tracción mandibular o la subluxación de la mandíbula (triple maniobra modificada) para obtener un canal de aire libre; en el paciente con traumatismo estas maniobras deben efectuarse manteniendo una inmovilización manual lineal de la columna cervical, pero si no logramos su apertura (ante la posibilidad de muerte) estaría indicada la maniobra "frente-mentón".

Además, se cuenta con dispositivos facilitadores como son las cánulas orofaríngeas y nasofaríngeas. Una vez controlada la VA, y si está indicado, se procederá a la consecución de una VA definitiva mediante maniobras avanzadas: intubación endotraqueal (IET), mascarillas laríngeas (LMA) o combitubo y VA quirúrgica. La elección del dispositivo más apropiado se basa en la capacidad y destreza del evaluador para colocarlos, de la disponibilidad de los dispositivos y, sobre todo, de la necesidad del paciente. Una vez más, y de forma reiterativa, debemos insistir en que en todo momento se mantendrá un control estricto y constante de la columna cervical mediante la tracción bimanual.

 

B

Ventilación y oxigenoterapia suplementaria. Una vez lograda una vía aérea permeable evaluaremos si existe un correcto intercambio de aire entre el medio ambiente y los pulmones; escuchamos, vemos y sentimos si el paciente ventila, y se valorarán signos de hipoxemia y trabajo respiratorio. En caso de que exista paro respiratorio iniciaremos el protocolo con ventilación de rescate.

Si la ventilación está presente debemos enriquecer el aire inspirado con oxígeno suplementario (el oxígeno es la medicación fundamental del traumatismo), administrado a través de la mascarilla con bolsa reservorio a 15 litros por minuto; debemos administrar oxígeno suplementario para garantizar una FIO2 mayor a 0,85.

Posteriormente se valora la forma, la simetría en la expansión y la integridad de la pared torácica con objeto de detectar la presencia de neumotórax hipertensivo (en cuyo caso se efectúa punción torácica descompresiva), neumotórax abierto (sellando con un dispositivo de válvula), o tórax inestable (procediendo a fijar el segmento afectado, en caso necesario). Con la finalidad de monitorizar al paciente se indica la colocación de un oxímetro de pulso y/o un capnógrafo.



 

C

Circulación. Se buscarán signos de shock (frecuencia cardiaca, frecuencia respiratoria, pulso radial, tensión arterial [TA] y signos de mala perfusión periférica y central). Se localizarán puntos de sangrado externo procediendo de inmediato al control del mismo con presión directa, presión indirecta, elevación de la extremidad y vendajes compresivos (en este orden) hasta lograr el control total de la hemorragia. En función del mecanismo lesional habrá que considerar la presencia de hemorragias internas.

En el caso de sospecha de hemorragia intraabdominal o intratorácica se iniciará el transporte de inmediato. Se debe contemplar la posibilidad de compromiso mecánico directo por contusión miocárdica, en cuyo caso es imprescindible la monitorización electrocardiográfica con un adecuado manejo de agentes antiarrítmicos, o por taponamiento cardiaco, procediendo a la monitorización electrocardiográfica y a la pericardiocentesis de urgencia.

Las lesiones medulares pueden ocasionar estado de shock por pérdida de la vasomotricidad. El acceso venoso e inicio temprano de la reposición de volumen es importante en el caso del shock de origen hemorrágico, utilizando dos vías gruesas con catéteres cortos periféricos 14 ó 16, y soluciones cristaloides, preferentemente solución salina isotónica. En caso de shock cardiogénico por contusión miocárdica, o por taponamiento cardiaco, se debe evaluar la hemodinámica del paciente para definir la estrategia de reposición de volumen.

Si la etiología del shock está dada por traumatismo medular, la reposición de volumen debe ser cuidadosa, estando indicados corticoides y medicamentos vasopresores. En todo caso la reposición de volumen debe tener como principal meta el restablecimiento de la perfusión tisular.

 

D

Deterioro neurológico. Se determinará en qué grado el traumatismo afecta al nivel de conciencia del paciente. Se usarán métodos sencillos y de fácil aplicación que nos proporcionen un nivel de información adecuado. Se usan habitualmente dos tipos de valoración alternativos para determinar el nivel de conciencia:

1) COC: consciente, obnubilado, coma.

2) APDN o AVDI: alerta (despierto), palabra (respuesta a la) o al estímulo verbal, dolor (respuesta al), no responde, inconsciente.

Intubación endotraqueal (IET) si el paciente está inconsciente (referencia: Glasgow Coma Scale [GCS] < 9). El examen se complementa con la valoración pupilar, determinando tamaño, simetría y reactividad de la misma.

 

E

Exponer la totalidad del cuerpo para constatar lesiones, evitando la hipotermia (cuidado especial en niños). Este punto es decisivo porque permite determinar la localización y extensión de las lesiones.

Una situación a considerar es que la evaluación en la calle debe circunscribirse sólo a aquellas áreas donde se sospeche lesión, cuidando en todo momento la integridad y pudor del paciente. En todo paciente con traumatismo multisistémico se debe proceder al empaquetamiento integral, realizando sólo aquellos procedimientos de estabilización que sean estrictamente indispensables; no se debe perder tiempo valioso para el paciente intentando procedimientos que no hayan demostrado su efectividad o que retrasen el traslado. El manejo definitivo del paciente y de sus lesiones sólo puede llevarse a cabo en el hospital adecuado.

 

Valoración secundaria

Una vez completada la valoración primaria, iniciada la resucitación y los parámetros del ABC se encuentren controlados, se comienza la valoración secundaria, evaluando al herido de cabeza a pies (centímetro a centímetro, como si de una tomografía se tratara).

En la valoración secundaria se atenderá a 4 aspectos fundamentales:

1) Reevaluación frecuente del ABC.

2) Anamnesis.

3) Segundo examen físico.

4) Estudios diagnósticos.

Reevaluación frecuente y constante (ABC)

Como se ha insistido, durante todo el proceso de atención inicial del paciente traumatizado, el estado de la vía aérea, la protección de la columna cervical, la función respiratoria, el estado circulatorio y la evolución neurológica deben ser periódicamente reevaluados buscando cualquier signo de deterioro.

Anamnesis

Durante la evaluación secundaria todos los aspectos relacionados con los mecanismos del traumatismo, la escena del accidente, el estado inicial, la evolución y los antecedentes se indagarán interrogando al paciente, a sus familiares o al personal que prestó la atención preliminar.

En el registro de los antecedentes se harán constar las alergias, el empleo de medicamentos, las patologías previas (de base), la hora de la última comida y la ingestión de alcohol o el consumo de otras sustancias psicoactivas.

Segundo examen físico

La revisión secundaria incluye el examen completo, detallado y exhaustivo del paciente, desde la cabeza hasta los pies, por delante y por detrás, pasando por todos y cada uno de los segmentos corporales.

Cabeza. Se examina completamente la cabeza para identificar heridas, contusiones, depresiones, hemorragia nasal u otorragia, equimosis y hematomas periorbitarios (ojos mapache) o retroauriculares (signo de Battle); estas últimas hacen sospechar de fracturas de la base del cráneo. Se examinan cuidadosamente los ojos, los oídos y la nariz.

Examen neurológico. Durante la revisión secundaria se realiza un examen neurológico detallado y completo; es muy importante la evaluación repetida y continua del estado neurológico del paciente traumatizado que permita detectar precozmente cualquier deterioro.

El examen deberá incluir, al menos, la evaluación del estado de conciencia mediante la Escala de coma de Glasgow y un Mini Examen Neurológico (MEN) valorando: simetría y respuesta pupilar a la luz y la simetría de los movimientos de las extremidades.



 

Maxilofacial. El tratamiento del traumatismo maxilofacial que no ocasiona obstrucción de la vía aérea o hemorragia importante puede diferirse hasta que se haya estabilizado completamente al paciente. Sin embargo, debe tenerse cuidado especial en detectar aquellos casos que durante su evolución tienen el riesgo de presentar compromiso de la vía aérea para manejarlos precozmente.

Columna cervical y cuello. En todo paciente con traumatismo cerrado por encima de la línea intermamilar debe suponerse que existe lesión de la columna cervical hasta que se demuestre lo contrario. La ausencia de dolor, espasmo muscular, escalones óseos o signos neurológicos no la excluye.

La única manera de descartarla es un estudio radiológico completo que incluya proyecciones anteroposterior y lateral y otras transorales o transxilares que permitan examinar completamente las 7 vértebras cervicales y la primera torácica. El inicio de la valoración cervical es el momento de solicitar el estudio radiológico básico de todo politraumatizado (radiografía lateral de la columna cervical, anteroposterior de tórax y anteroposterior de pelvis).

El examen del cuello se completa inspeccionando la simetría, la existencia de hematomas o signos de sangrado, la presencia de heridas que atraviesen el platisma y el estado de las venas del cuello; palpando la posición de la tráquea, la existencia de enfisema subcutáneo y las características de los pulsos; finalmente, auscultando los trayectos vasculares en búsqueda de soplos.

Este es el momento adecuado para la colocación de dispositivos de inmovilización, como son el collarín cervical y el dispositivo tetracameral (si no se ha efectuado antes). Mientras esta lesión se descarta el paciente debe permanecer con un collar semirrígido tipo Filadelfia. En caso de tener que retirarlo debe mantenérsele con inmovilización bimanual que limite cualquier movimiento de la cabeza.

Tórax. Se inspecciona la simetría de la caja torácica y la amplitud de los movimientos respiratorios; se exploran heridas o segmentos costales con respiración paradójica; se palpa buscando crepitación secundaria a fracturas o a la existencia de enfisema subcutáneo; se percute para identificar zonas de matidez o hiperresonancia; finalmente se ausculta la simetría y características de los ruidos respiratorios y la intensidad, ritmo y frecuencia de los ruidos cardíacos.

Abdomen. En el examen abdominal, como en el del tórax, deben incluirse tanto la cara anterior como la posterior, además del examen de la parte baja del tórax y los glúteos. En la inspección se investigan contusiones, laceraciones, equimosis o heridas y se observa su contorno; se palpa buscando fracturas de los últimos arcos costales, zonas de dolor, defensa muscular o signos de irritación peritoneal; se percute para identificar áreas de matidez o de dolor que alertan sobre la existencia de irritación peritoneal; finalmente se ausculta registrando la calidad de los ruidos intestinales.

Un examen abdominal equívoco debido a alteraciones en el estado de conciencia, la pérdida inexplicada de sangre o un examen dudoso son indicaciones para practicar lavado peritoneal diagnóstico o ecografía en el Servicio de Urgencias con el único fin de establecer la presencia de líquido intraperitoneal.

Periné, recto, genitales. El periné debe ser inspeccionado en busca de contusiones, heridas, equimosis o sangrado uretral. El tacto rectal nunca debe omitirse durante la evaluación secundaria; permite establecer la presencia de sangre en el tracto intestinal, la posición de la próstata, la integridad de las paredes rectales y el tono del esfínter anal. El tacto vaginal puede mostrar la presencia de laceraciones vaginales o sangrado genital.

Musculoesquelético. El examen del aparato musculoesquelético incluye la inspección y palpación de las extremidades en busca de contusiones, heridas, deformidades o dolor que hagan sospechar fracturas sobre el pubis y las crestas ilíacas para examinar la pelvis y las articulaciones que se presuman lesionadas. La evaluación de las extremidades incluye siempre el examen de los pulsos, el color, la perfusión y la temperatura de la piel, a fin de establecer la integridad del sistema vascular.

Por último, cabe recordar que el dolor es importante; tratémoslo.

 

Estudios diagnósticos

Cuando se completa el examen físico se han asegurado y reevaluado los parámetros del ABC y si la estabilidad del paciente lo permite se procede con los estudios diagnósticos como radiografías, lavado peritoneal, ecografía abdominal, tomografías y otros. El proceso de evaluación inicial está fundamentado en los hallazgos clínicos.

Ningún estudio complementario de diagnóstico debe reemplazar las etapas descritas hasta el momento, y menos aún el buen juicio.

Radiología. La evaluación de todo paciente traumatizado debe incluir tres radiografías básicas:

1) Lateral de columna cervical que incluya las 7 vértebras cervicales y la primera torácica. Una radiografía de columna cervical normal no excluye ninguna lesión y, por lo tanto, la inmovilización cervical debe mantenerse hasta tener una valoración especializada del paciente.

2) Anteroposterior de tórax: ante la evidencia de neumotórax a tensión, neumotórax abierto o tórax inestable la prioridad es lograr el óptimo intercambio gaseoso mediante una adecuada expansión pulmonar.

La radiografía se realiza una vez que se haya completado este objetivo durante la resucitación.

3) Anteroposterior de pelvis: es de gran ayuda para comprobar la existencia de lesión traumática de la pelvis en un paciente víctima de traumatismo cerrado, especialmente en aquellos casos en los que no es posible establecer el origen de un estado hipovolémico o cuando el examen de la pelvis es equívoco.

Ecografía. Es un método cada vez más usado por ser rápido, portátil, no invasivo, poco costoso y fácil de repetir en el área de Urgencias. Por estas razones su uso se ha extendido y ha llegado a sustituir en la práctica diaria al lavado peritoneal diagnóstico.

El método es útil para establecer la presencia de líquido intraperitoneal5 y evaluar la morfología de los órganos abdominales.

Se examina secuencialmente la región subxifoidea para determinar la presencia de líquido intrapericárdico, posteriormente la fosa hepatorenal (saco de Morrison), la fosa esplenorenal y finalmente el área suprapúbica, donde se puede visualizar la ocupación del fondo de saco de Douglas, el contorno vesical y la ocupación pélvica por hematoma; además se efectuará ecografía obstétrica en su caso.

 

Tomografía axial computarizada(TAC). Nos proporciona un estudio completo del cráneo y del sistema nervioso central (SNC), de la columna vertebral y la médula, el tórax y el abdomen, con alta sensibilidad y especificidad en la detección y clasificación de lesiones de órganos, a la vez que permite realizar estudios secuenciales y vigilar la evolución, y en función de ello decidir actitudes terapéuticas.

En el traumatismo torácico probablemente sea el examen de elección para ser utilizado como complemento a la radiografía simple del tórax, por su excelente potencial diagnóstico y su capacidad para obviar las limitaciones conocidas de la radiografía simple, así como para evaluar estructuras como los grandes vasos del mediastino y la vía aérea central, incluida tráquea, la pared torácica, el diafragma y el esófago. La tomografía axial computarizada (TAC) helicoidal, desde su introducción en la práctica clínica, ha ganado un sitio de gran relevancia en la valoración de estos pacientes por su capacidad de hacer una exploración torácica completa en tan sólo 20 a 40 segundos.

En el estudio abdominal es útil en la detección de aire extraluminal y de lesiones mesentéricas, así como de víscera hueca; ofrece la posibilidad de clasificar las lesiones de los órganos sólidos, sobre todo tras la administración de contraste oral. Facilita el diagnóstico de lesión diafragmática. Igualmente es útil en la detección de lesiones vasculares, sobre todo los modelos de tomografía helicoidales, con las posibilidades de realizar angio-TAC.

Estudios de laboratorio. Se recomienda la realización de: perfil bioquímico (con glucemia, iones y función renal), recuento hemático (con hemoglobina, hematocrito y plaquetas), coagulación (tiempo de tromboplastina parcial activada y tiempo de protombina), pruebas cruzadas para grupaje sanguíneo, gasometría arterial, estudio toxicológico, sistemático de orina y prueba de gestación.

Electrocardiograma y monitorización constante del paciente.  

Lavado peritoneal (LPD) es un procedimiento de emergencia invasivo utilizado para detectar el hemoperitoneo y ayudar a determinar la necesidad de laparotomía después de un traumatismo abdominal. Se introduce un catéter en la cavidad peritoneal, seguido de aspiración del contenido intraperitoneal, a menudo después de su dilución con cristaloides. Las técnicas de LPD más comunes son

Cerrado: inserción percutánea de la aguja en la cavidad peritoneal seguida de catéter sobre guía de alambre (técnica de Seldinger)

Semiabierto: disección hacia abajo (y a veces a través) de la fascia del recto, seguida de una técnica con aguja y catéter sobre alambre guía en la cavidad peritoneal.

Está indicado si no se dispone de imágenes y se sospecha una lesión intraabdominal que posiblemente requiera cirugía, en general basada en

·             Traumatismo abdominal cerrado con inestabilidad hemodinámica

·             Herida de arma blanca en el abdomen que penetra en la fascia (es decir, se ve en la exploración local de la herida), o con sospecha de otros problemas por la entrada intraabdominal (p. ej., por el instrumento utilizado, hallazgos clínicos)

·             Politraumatismo con shock de etiología poco clara, en especial en pacientes con un examen físico no fiable del abdomen (p. ej., debido a alteración del estado mental por una lesión en la cabeza, intoxicación, lesión de la médula espinal u otras lesiones dolorosas que confunden el cuadro)

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