sábado, 9 de mayo de 2015

Técnica I: Gasometría Arterial.


Es la medición de los gases disueltos en una muestra de sangre (arterial o venosa) por medio de un gasómetro. Es la mejor prueba para el estudio del intercambio pulmonar de gases y el equilibrio ácido-base.
Está indicada siempre que se quiera valorar el intercambio gaseoso pulmonar y se sospeche de alteración del equilibrio ácido-base. También está indicada en el diagnóstico, valoración de la gravedad y evolución de los distintos trastornos ácido-base tanto metabólicos como respiratorios.
Gasometría Ordinaria:
  Necesidad de medir la oxigenación o el estado ventilatorio.
  Sospecha de alteración del equilibrio ácido-base.
  Cuantificación de la respuesta a la oxigenoterapia.
  Monitorizar la gravedad y progresión de las enfermedades respiratorias.
  Preoperatorio de resección pulmonar.
Gasometría Urgente:
  Parada Cardiorrespiratoria.
  Coma de cualquier origen.
  Broncoespasmo con signos de Insuficiencia Respiratoria.
  EPOC reagudizado.
  Tromboembolismo pulmonar.
  Neumonia con signos de Insuficiencia Respiratoria.
  Insuficiencia cardiaca congestiva con signos de Insuficiencia Respiratoria.
  Shock de cualquier etiología.
  Descompensación diabética.

  Intoxicaciones agudas.

Técnica

 Hay que realizar en primer lugar la localización de una arteria palpable. Al elegir la zona de punción debe de tenerse en cuenta la accesibilidad del vaso y el tipo de tejido, ya que los músculos, tendones y grasa, son menos sensibles al dolor que el periostio y las fibras nerviosas. Además, para reducir la posibilidad de punción venosa accidental, es preferible elegir arterias que no presenten venas satélites importantes. 
 Por todo ello, la arteria radial es la más recomendada como lugar de punción; de forma que cuando la circulación colateral es insuficiente o es difícilmente accesible, se pueden utilizar como alternativa la arteria humeral en la fosa antecubital.
 Una vez elegida y palpada la arteria, hay que comprobar la viabilidad de la circulación colateral suficiente; para ello se realiza la maniobra de Allen, que demuestra el flujo colateral a través del Arco Palmar Superficial. Para ello se pide el enfermo que abra y cierre vigorosamente el puño, tras haber localizado y comprimido la onda de pulso radial y cubital.  Tras 5-10 flexo-extensiones suele aparecer palidez isquémica palmar. Con la mano del enfermo extendida, se libera la compresión cubital y se registrará el tiempo necesario para que reaparezca la coloración palmar habitual. En general, se considera que la circulación colateral es adecuada si reaparece en menos de 15 segundos.



Si todo es normal hay que realizar la punción, para ello se coloca la muñeca del paciente en hiperextensión, formando un ángulo de 45º con la aguja. Para la punción deben emplearse agujas de calibre inferior a 20G y especialmente diseñadas para ésta práctica. En ocasiones, se puede inyectar de forma subcutánea un anestésico local que no contenga adrenalina para evitar la vasoconstricción; con ello evitamos el dolor, disminuimos la ansiedad y la hiperventilación.




 En condiciones ideales, debe obtenerse un reflujo de sangre arterial, capaz de elevar el émbolo de la jeringa de forma pasiva, obteniendo entre 2-5ml. Tras la punción debe comprimirse la zona durante 2-3 minutos, con objeto de evitar la formación de un hematoma.

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