El objetivo de la cirugía con control de daños es establecer un manejo quirúrgico dirigido a controlar de manera puntual el sangrado quirúrgico que no responde a la terapia médica. El fin es evitar las cirugías prolongadas y sus complicaciones, para en un segundo, tercer o más tiempos resolver de manera definitiva las lesiones de resorte quirúrgico. Actualmente existen alternativas a la cirugía abierta como la radiología intervencionista que permite la embolización selectiva de vasos sanguíneos y órganos, y el injerto de stents en lesiones vasculares mayores y periféricas sin los riesgos asociados a los procedimientos abiertos. La profundización específica de este tema, sin embargo, escapa al objetivo de esta revisión cuya focalización está en la terapia médica y no en las técnicas quirúrgicas actual mente en uso.
La RCD es atingente
en el trauma pediátrico grave, aunque con algunas consideraciones. Los
cristaloides isotónicos deben utilizarse como primera línea, limitando su uso a
no más de 100 a 150 ml/kg durante las primeras 24 h y sólo en aquellos
pacientes que habiendo recibido hemoderivados aun requieren de fluidos para
estabilizar su hemodinamia.
Dada las
particularidades fisiológicas de los niños y la poca evidencia existente en
esta población, la hipotensión permisiva no debe aplicarse en este escenario.