Definición
La OMS define el
suicidio como “un acto con resultado letal, deliberadamente iniciado y
realizado por el individuo, sabiendo o esperando el resultado letal, dicha
muerte es un instrumento para obtener cambios deseables en la actividad
consciente y en el medio social”.
La conducta suicida
supone un problema de salud pública importante; situada entre las 10 primeras
causas de muerte por sexo, edad o motivo, es la primera por causas no
naturales. Supone también una de las causas principales de demanda en la
asistencia de las urgencias hospitalarias.
Según la OMS los
intentos de suicidio son hasta 20 veces más frecuentes que los suicidios consumados.
La ideación suicida presenta aproximadamente una prevalencia del 10% en la
población general.
Las conductas
autolesivas y los intentos de suicidio son el mejor predictor de futuros intentos
de suicidio. La mayoría de las personas que intentan suicidarse, vuelven a repetir
el intento, alrededor del 16% el primer año, 23% el segundo y 40% después de 8
años de seguimiento; dicha repetición aumenta el riesgo de suicidio consumado.
Edouard Manet - Le Suicidé |
Etiología
La conducta suicida
es compleja ya que en ella intervienen diversos factores:
Trastorno mental
previo: en la
mayoría de los trastornos mentales se encuentra aumentado el riesgo de suicido
respecto a la población general; trastornos depresivos (10-15%), esquizofrenia
(10%), trastornos de personalidad (5%).
Factores
genéticos y neurobiológicos:
diferentes estudios demuestran heredabilidad del suicidio consumado
independientemente de la de los trastornos mentales. Existe una relación entre
la conducta suicida y la hipofunción serotoninérgica.
Modelo de vulnerabilidad-estrés: es el modelo etiopatogénico más
aceptado por ser un modelo integrador de lo biopsicosocial. En él se incluyen
factores genéticos y de estrés ambiental (estrés o life-events negativos); así
como rasgos psicológicos o de personalidad (impulsividad, hostilidad, ansiedad,
pobre inhibición conductual) y, finalmente, descompensaciones de algún
trastorno mental previo. Todos ellos determinarían la descarga suicida.
Clasificación
Debemos distinguir
entre:
Intento
autolítico:
planificado y de alta letalidad. Búsqueda de un método eficaz con firme
intencionalidad de quitarse la vida.
Gesto autolítico: en general impulsivo y poco
planificado, de baja letalidad y asegurándose el rescate. Deseo de cambiar
situación personal o del ambiente que le rodea, con la finalidad (generalmente
no explícita) de llamar la atención del entorno o “desaparecer durante un
tiempo”. Esta conducta tiene que ser muy bien valorada, dado el riesgo de
“éxito” en la tentativa con la consiguiente muerte del paciente.
Ideación
autolítica: como
síntoma de algunos trastornos mentales. Es importante valorar si el paciente es
capaz de controlar los pensamientos/impulsos.
Diagnóstico
1. Individuos que
han sobrevivido a un intento de suicidio (autointoxicaciones, ahorcamiento, precipitación,
incisión).
2. Individuos que
acuden a Urgencias refiriendo ideación o impulsos suicidas.
3. Individuos que
acuden a Urgencias refiriendo otras quejas, pero que durante la entrevista reconocen
tener ideación suicida.
4. Individuos que
niegan tener intenciones suicidas y que, sin embargo se comportan de tal manera
que apuntan a poder llevar a cabo una acto suicida. Frecuentemente suelen venir
acompañados por familiares y son valorados a petición de estos.
No obstante debemos
tener en cuenta los factores de riesgo para el suicidio consumado.
Factores de
riesgo suicida
– Sexo masculino
– Intentos previos
– Soltero, viudo o
divorciado
– Antecedentes
familiares de suicidio
– Edad avanzada
– Problemas
económicos y/o laborales
– Pérdida o
separación reciente
– Aislamiento
social, vivir solo
– Desempleo o
jubilación
– Consumo de
alcohol y/o drogas
– Enfermedad o
dolor crónico
– Trastorno
psiquiátrico asociado
No existen pruebas
complementarias específicas para determinar la presencia e intensidad de la
conducta/ideación suicida. Es fundamental una buena anamnesis y exploración psicopatológica.
La finalidad
diagnóstica en el paciente suicida es determinar la intensidad del riesgo del
intento de cara a una posible consumación del mismo; así como presencia de un posible
trastorno mental subyacente.
Es importante
recordar que preguntar por el suicidio no induce conductas suicidas y el
paciente encuentra un alivio a la angustia que siente. La información
recopilada en la entrevista clínica debe ir encaminada a los siguientes puntos:
1. Motivos para la
ideación suicida:
Determinar la
problemática presente del paciente, qué le conduce a la idea suicida como
solución.
Valorar una posible
reagudización de trastornos psiquiátricos previos u otras enfermedades o
problemas sociofamiliares. Hay que preguntar por aquellos síntomas de enfermedades
específicas como alucinaciones en los trastornos psicóticos, o la presencia de síntomas
depresivos, así como el patrón de consumo de tóxicos.
2. Historia previa:
Información sobre
antecedentes de conductas suicidas previas que aumentan el riesgo de
repetición. Sobre aquellas de mayor letalidad y las más recientes.
Conocer antecedentes
familiares de tentativas o suicidios consumados.
Recoger los
antecedentes psiquiátricos o de enfermedades somáticas crónicas, sus tratamientos,
las hospitalizaciones que ha tenido, secuelas, etc.
3. Valoración de
los recursos externos:
Apoyo familiar o
pareja, red de apoyo social (amigos, etc.).
Accesibilidad a
servicios sanitarios ambulatorios y de Salud Mental.
4. Intensidad de la
ideación suicida: valorar el riesgo así como la accesibilidad a determinados
medios potencialmente letales.
Clasificación del
riesgo del paciente suicida.
Determinación del
bajo/alto riesgo suicida
Pacientes sin
antecedentes de intentos previos con ideación autolítica
BAJO
RIESGO
–
Ideación suicida esporádica
–
Impulsividad
–
Comunicación directa y exhibición de la idea de suicidio
–
Aceptación y demanda de ayuda
ALTO
RIESGO
–
Ideación suicida recurrente
–
Planificación de método y lugar
–
Comunicación indirecta de idea de suicidio
–
“Negación” de la ideación suicida
Pacientes con
antecedentes de intentos previos: riesgo de consumación
BAJO
RIESGO
–
Impulsividad
–
Método de baja letalidad
–
Ausencia de nota de despedida
–
Ambivalencia
–
Irritabilidad
–
Intervención del entorno probable (alta rescatabilidad)
ALTO
RIESGO
–
Planificación
–
Método violento
–
Nota de despedida o testamento
–
Negación de la intención suicida
–
Aparente “tranquilidad”
–
Intervención del entorno improbable (baja rescatabilidad)
Tratamiento
Debemos disponer de
un espacio físico que pueda asegurar la privacidad y sea mínimamente agradable,
amplio y silencioso. Se intentará un acercamiento lo más empático posible. Se
deben evitar los juicios de valor y las manifestaciones de rechazo o
desvalorización, así como la minimización del estrés desencadenante.
De cara al manejo de
la conducta autolítica en Urgencias debemos tener en cuenta que:
1. Lo primero es
atender la situación somática del paciente con valoración física completa
(teniendo en cuenta que la mayoría de los intentos es por intoxicación medicamentosa
con su medicación habitual o de las personas con las que convive). Si la
situación de la persona es muy grave en ocasiones será necesario ingresarla en
planta médica y si no fuera así algunos autores recomiendan la observación
durante las primeras 24H, siempre que se sospeche que ha habido sobreingesta
medicamentosa.
Actuación: toma de
constantes, realizar glucemia, función renal, hepática, electrolitos, hormonas
tiroideas, tóxicos en sangre y/o orina, alcoholemia. Valorar la necesidad de
antídotos, lavado gástrico, estabilización hemodinámica y oxigenoterapia adecuada.
2. Explorar la
presencia o descompensación de un posible trastorno mental subyacente: en caso
de que la sospecha sea alta, se avisará a psiquiatra de Urgencias para una
valoración más exhaustiva.
3. Valorar y
determinar el riesgo suicida, en base a los criterios anteriormente expuestos.
4. Valorar
necesidad de tratamiento farmacológico: El tratamiento farmacológico del paciente
durante su estancia en Urgencias debe tener una finalidad sintomática,
inicialmente para controlar las posibles lesiones físicas. Tras esto, puede ser
necesario un tratamiento psicofarmacológico en caso de que estuvieran presentes
de algunos síntomas psiquiátricos como crisis de ansiedad o síntomas
psicóticos; para lo cual se recomienda interconsulta con Psiquiatría.
En pacientes que
hayan realizado una sobreingesta de sustancias depresoras del sistema nervioso
central, debemos utilizar los psicofármacos con precaución.
Destino
del Paciente
Una vez valorada la
presencia o no de un trastorno psiquiátrico y determinado el riesgo suicida,
nos encontramos con las siguientes situaciones clínicas (determinantes de las
opciones terapéuticas):
Pacientes con
sospecha de trastorno mental:
bien por inicio del mismo o por descompensación de un trastorno previo. Se
recomienda solicitar interconsulta con psiquiatra de Urgencias.
Pacientes con
bajo riesgo: alta
de Urgencias y posterior seguimiento ambulatorio, con derivación a los
servicios de Salud Mental correspondiente. Se recomendará la supervisión por
algún familiar o persona de apoyo hasta su reevaluación por el psiquiatra que
le atienda en el medio ambulatorio.
Pacientes con
moderado o alto riesgo:
se solicitará interconsulta con psiquiatra de Urgencias para valorar la
hospitalización del paciente. Se recomienda el ingreso hospitalario de aquellos
pacientes considerados de alto riesgo para garantizar la seguridad del paciente
y la contención de síntomas. Cuando la capacidad de juicio (capacidades
cognitivas o volitivas) esté mermada, debe procederse a la involuntariedad del
ingreso y ponerlo en conocimiento al juzgado correspondiente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario