Es una enfermedad
neuroparalítica grave. Está causada por exotoxina producidas habitualmente por Clostridium
botulinum y rara vez por algunas cepas de Clostridium baratii productoras
de neurotoxina F y cepas de Clostridium butirycum productoras de
neurotoxina, que produce denervación motora reversible, por inhibición de la
liberación de acetilcolina a nivel de la placa motora. Es una enfermedad de
declaración obligatoria (EDO).
Para el diagnóstico de
botulismo es preciso:
• Criterios clínicos: cuadro
compatible con antecedente epidemiológico,
• Criterio microbiológico:
evidenciando la toxina en suero, heces, vómitos o muestras de tejido si fallece
o demostrando la presencia de toxina en el alimento sospechoso.
Clostridium botulinum |
Cuadros clínicos
Intoxicación alimentaria: los primeros síntomas son
cefaleas, náuseas, vértigo y afectación bilateral de pares nerviosos craneales:
estrabismo, diplopia, midriasis con rigidez pupilar, fotofobia, disfagia o
disfunción bulbar, y disartria en pacientes con síntomas gastrointestinales
agudos (vómitos, diarrea). El paciente conserva el conocimiento y la
sensibilidad.
Puede progresar con parálisis
descendente, simétrica y periférica y de los músculos respiratorios.
Botulismo de las heridas: clínicamente el cuadro es similar
al alimentario. Puede haber fiebre y los síntomas gastrointestinales están
ausentes.
Otras formas clínicas: en pacientes adultos se han
descrito últimamente cuadros de botulismo por colonización intestinal de la
bacteria y producción de toxina, favorecidos por la alteración ecológica de la
flora fecal, en relación con la cirugía y la antibioterapia. Se han descrito
casos de botulismo de las heridas en pacientes consumidores de cocaína y usuarios
de droga por vía parenteral (UDVP).
Antecedentes personales y epidemiológicos
Investigar consumo de alimentos
enlatados, precocinados o conservas caseras procesados en malas condiciones de
asepsia, o consumo de alimentos en mal estado y ligeramente curados envasados
herméticamente y sin mantener refrigerados, preguntar por otros casos en el
entorno.
Antecedentes de herida asociadas
a un traumatismo grave, o a fracturas abiertas tratadas inadecuadamente,
antecedentes de cirugía abdominal, inmunocomprometidos o en tratamientos con
antibioterapia prolongada (colonización intestinal por Clostridium), heridas
por punción en UDVP, sobre todo administración intramuscular y subcutánea de un
tipo de heroína llamada “alquitrán negro” o “goma negra”. Puede causar sinusitis
en consumidores de drogas por vía intranasal. La infección por inhalación no ocurre
en la naturaleza; se han descrito cuadros de botulismo por inhalación en
trabajadores de laboratorio como resultado de la inhalación de aerosoles de
neurotoxina botulínica y botulismo iatrogénico al inyectar accidentalmente la
neurotoxina en el torrente circulatorio.
Diagnostico difernecial
Se deben considerar otros
diagnósticos alternativos como síndrome de Guillain-Barré, miastenia gravis,
síndrome miasténico de Lambert -Eaton, la parálisis por garrapatas, el
accidente cerebrovascular, tumores o infecciones del sistema nervioso central (SNC),
poliomielitis, miopatía inflamatoria, la intoxicación por metales pesados e
intoxicación con depresores del SNC.
Los diagnósticos menos probables
incluyen tetrodotoxina y la intoxicación por mariscos y la parálisis a los
antimicrobianos asociada.
Datos que apoyan el botulismo son
el comienzo por los nervios craneales, ser descendente y simétrico y por la
ausencia de síntomas sensitivos.
Exploraciones complementarias
Analítica básica: hemograma, bioquímica con iones
(con calcio y magnesio), urea, glucosa, estudio de coagulación y gasometría
arterial. La magnesemia sirve para descartar la intoxicación por magnesio que
puede simular un botulismo.
Microbiología: determinación de la toxina
botulínica en sangre y muestras de heces y de alimentos. Cultivo en medio
anaerobio de heces o del exudado de una herida.
Pruebas de imagen: radiografía de tórax y abdomen.
Otras pruebas: el electromiograma es una prueba
útil para confirmar el diagnóstico.
Eliminación de la toxina del
tracto gastrointestinal (lavado
gástrico si la ingestión ha ocurrido unas horas antes o enemas que no contengan
magnesio si han pasado días y el paciente no presenta íleo paralítico).
Si el botulismo se origina en una
herida, eliminación del microorganismo mediante desbridamiento quirúrgico preferentemente
después de la administración de la antitoxina.
Antibiótico: sólo está indicado en el
botulismo originado en heridas, no dar en niños ni adultos con botulismo
alimentario.
– De elección: penicilina G
sódica 2-4 millones UI/4H IV.
– Alternativa: metronidazol 500mg/8H
IV.
– El uso de aminoglucósidos y
clindamicina está contraindicado.
Administración de antitoxina
trivalente (A,
B, E) equina (Liosiero®): indicada en el botulismo alimentario y en el
originado en las heridas, no en el botulismo neonatal (en el que se utiliza
antitoxina humana). No revierte la parálisis pero evita su progresión. Antes de
administrarse deben extraerse muestras de suero y heces para detección de la
toxina y realizar una prueba cutánea para descartar hipersensibilidad (que
puede aparecer hasta en un 20% de los pacientes). Se administra por vía
intradérmica 0,1ml de una dilución 1:100 (se toman 5ml y se diluyen en 500ml de
SF al 9%) y se valora como positiva la aparición de una pápula urticariforme en
los 30 min siguientes.
Una prueba negativa no excluye la
aparición de enfermedad del suero. El frasco de antitoxina se diluye en 250cm3
de dextrosa en agua al 5% agregándosele 1cm3 de dexametasona más 1cm3
de difenhidramina y se gotea para pasar la totalidad en una hora, en forma IV.
Un vial de 10ml de antitoxina trivalente por vía endovenosa brinda niveles
séricos de anticuerpos A, B y E, capaces de neutralizar las concentraciones de
toxina en suero, y no se requiere repetición, ya que las antitoxinas circulantes
tienen una vida media de 5-8 días. Algunas fuentes recomiendan la
administración cada 4H en los casos graves.
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