La colocación de tubos
de drenaje torácico es el procedimiento quirúrgico más frecuente en el
tratamiento de las enfermedades de ocupación pleural.
Se realiza
generalmente de forma rutinaria en el entorno hospitalario, pero en ocasiones
la colocación del tubo torácico viene condicionada por una emergencia.
El objetivo de un
drenaje pleural es evacuar el contenido anormal de la cavidad pleural, ya sea
líquido o aire, para establecer la buena reexpansión pulmonar y el correcto
funcionamiento cardíaco y respiratorio.
Las indicaciones son:
Ø
Neumotórax
de cualquier tamaño en enfermos con insuficiencia respiratoria o ventilados mecánicamente
Ø
Neumotórax
espontáneo (>20% o < 20% si es progresivo, sintomático o en el enfermo
con enfermedad pulmonar subyacente)
Ø
Neumotórax
traumático
Ø
Neumotórax
iatrogénico (sobre todo si es grande, progresivo o sintomático)
Ø
Neumotórax
a tensión
Ø
Hemotórax
>500 ml
Ø
Derrame
pleural paraneumónico complicado
Ø
Derrame
pleural maligno como tratamiento sintomático previo a la pleurodesis química
Ø
Quilotórax
Ø
Empiema
Ø
Fístula
broncopleural
Ø
Tras
cirugía en la cavidad torácica (facilita la reexpansión pulmonar y controla la
fuga de aire y la posible hemorragia)
Las complicaciones derivadas
de la colocación o mantenimiento de un drenaje pleural son poco frecuentes.
No existen
contraindicaciones absolutas para su colocación, fundamentalmente si el drenaje
es necesario.
La diátesis
hemorrágica, la infección de la pared torácica, las evidencias de adherencias
pleurales densas o la enfermedad pulmonar con abundantes bullas son
contraindicaciones relativas que se han de evaluar en cada caso.
Técnica
de colocación de un drenaje pleural
Se posiciona al
enfermo en decúbito supino semiincorporado a 30° con el brazo del mismo lado en
abducción a 90°. El tubo torácico se inserta en lugares diferentes en función
de la naturaleza de la ocupación pleural objeto de drenaje.
Así, en el neumotórax,
se coloca en el cuarto espacio intercostal, línea axilar anterior o media, o
alternativamente en el segundo espacio intercostal en la línea medioclavicular,
mientras que en derrame pleural el punto de inserción es el quinto-sexto espacio
intercostal, línea axilar media o posterior.
Estos puntos de inserción
se utilizan habitualmente para ocupaciones pleurales no loculadas (aire o líquido).
Para mayor comodidad del enfermo hay que evitar los puntos de inserción en la
región dorsal.
No hay que colocar un drenaje sin
haber realizado una prueba de imagen (radiografía simple de tórax, ecografía
torácica o tomografía computarizada torácica), a excepción de un neumotórax a
tensión. No hay que drenar si no se
puede aspirar aire o líquido.
La elección del tipo y
diámetro del drenaje está en relación con la patología específica. En el
neumotórax espontáneo suele ser suficiente uno de pequeño calibre tipo
Pleurocath®, que se coloca por punción. Si la fuga aérea es importante y no se consigue
reexpandir el pulmón, será necesario sustituirlo por otro de mayor calibre.
En caso de un derrame
por trasudado puede utilizarse un drenaje de pequeño calibre, mientras que en
el empiema, en el hemotórax y en el enfermo postoperatorio torácico, se
utilizan tubos de calibres ≥24 F (inserción por punción con guía o quirúrgico).
La colocación del tubo
pleural se realiza en condiciones de asepsia y con anestesia local. Se
desinfecta una amplia zona de la piel con antiséptico y se delimita el lugar de
la inserción con paños estériles.
Sobre el espacio
intercostal elegido, se infiltra un área de la piel con anestésico local.
Posteriormente se profundiza la infiltración hasta llegar a la pleura parietal.
Es más seguro profundizar cerca del borde superior de la costilla, en sentido
perpendicular, para evitar dañar el paquete vasculonervioso intercostal que
corre debajo de cada costilla.
Al llegar a la
profundidad calculada del tejido, se aspira con la jeringa para comprobar la
entrada en la cavidad pleural. Posteriormente, se procede a la colocación del
tubo torácico. En los tubos de calibre grueso se realiza una incisión de unos 2
cm a lo largo del borde inferior del espacio intercostal infiltrado con
anestésico local, disecando el tejido subcutáneo y muscular hasta alcanzar la
pared costal. Para entrar en la cavidad pleural se penetra en el espacio intercostal
sobre el borde superior de la costilla delimitante, agrandando el trayecto con
la pinza hasta que quepa un dedo. Antes de penetrar en la cavidad pleural, si
el enfermo está ventilado se desconecta momentáneamente del ventilador. Después
se inserta el tubo suavemente en la cavidad pleural por el trayecto previamente
creado. Normalmente los tubos están equipados con un trocar, que servirá a modo
de guía para facilitar la penetración, nunca semiincorporado por un cojín, con
el brazo en abducción y la mano debajo de la cabeza. El punto de inserción más frecuentemente
utilizado es el cuarto-quinto espacio intercostal, en la línea axilar anterior,
dentro del llamado «triángulo de seguridad», limitado por el músculo pectoral
mayor, el dorsal ancho y la línea mamilar. Para los neumotórax puede utilizarse
también el segundo-tercer espacio intercostal en la línea media clavicular. En
los empiemas loculados puede ser necesaria la colocación posterior más baja.
Las cámaras aéreas poscirugía torácica pueden precisar drenajes posteriores
interescapulovertebrales. Los drenajes de colocación posterior son muy incómodos
para el enfermo, y además pueden ser obstruidos por el propio peso de aquél.
Una vez en la cavidad
pleural, se inclina el tubo para que avance hacia el interior tangencialmente, retirando
el trocar unos centímetros hacia dentro del tubo antes de seguir adentrándose en
la cavidad torácica. Para un efectivo drenaje de neumotórax es deseable que el
tubo alcance el vértice de la cavidad pleural, mientras que en caso de derrame
el tubo se dirige hacia la parte inferior de la cavidad. Tras comprobar la
correcta posición del tubo, con todos los orificios de drenaje en el espacio pleural
y con la salida de contenido, se fija por los dos lados con suturas cutáneas.
Alrededor del tubo se deja una sutura horizontal sin atar, tipo colchonero, que
sirve para cerrar el orificio del trayecto en el momento de la retirada.
Finalmente se comprueba la colocación del tubo y la reexpansión pulmonar
mediante una radiografía de tórax.
Conexión
al sistema de drenaje
El tubo torácico se
conecta a un sistema de flujo unidireccional, que permite la salida de aire o
líquido de la cavidad pleural pero no el retorno. Se suele aplicar una
aspiración continua al sistema para facilitar la evacuación del contenido
pleural, normalmente entre 15-20cmH2O. Los sistemas más sencillos
son el de Bülau (sello de agua), aunque se comercializan sistemas de drenaje
compactos de 3 cámaras de fácil utilización y transporte, que recogen el
líquido drenado y garantizan una presión negativa estable aplicada al sistema. No
hay que pinzar el tubo de drenaje cuando hay fuga de aire (burbujeo en el sello
de agua), puesto que se provoca la aparición de enfisema subcutáneo o
neumotórax a tensión.
Retirada
del drenaje pleural
El drenaje pleural se
retira una vez resuelta su indicación o cuando deje de ser productivo.
Usualmente se establece que, en el caso de derrames, el drenaje debe tener un
débito inferior a 50 ml/24 h, mientras que en el neumotórax no debe haber fuga aérea,
incluso durante la tos o la succión. Respecto a los enfermos que han padecido
un neumotórax y permanecen bajo VMI, en ausencia de fuga aérea sin aspiración
se cierra el drenaje y, si no hay complicaciones, éste se retira. La maniobra
de retirada se realiza en fase espiratoria forzada, cubriendo el lugar de
inserción con una gasa con vaselina, tras lo cual se anuda la bolsa de tabaco
del orificio de inserción.
Se realiza un control
radiológico inicial, y otro a las 24 h, para comprobar la ausencia de
reaparición del proceso pleural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario