La insuficiencia
cardiaca (IC) se caracteriza por la incapacidad del corazón para bombear la sangre
que necesita el organismo o bien dicho bombeo se consigue a expensas de
presiones ventriculares elevadas. Clínicamente se define como la aparición de
signos y síntomas típicos en presencia de una alteración cardiaca estructural o
funcional en reposo.
Clasificación
Existen múltiples
clasificaciones de la insuficiencia cardiaca:
1. Según la
cronología: de novo (primer episodio de IC), IC crónica descompensada
(empeoramiento de síntomas en un paciente previamente estable) o IC avanzada o
terminal (IC refractaria al tratamiento o en situación de pretrasplante).
2. Según la velocidad
de instauración: la IC aguda se define por la rápida aparición o cambios en los
signos y síntomas de insuficiencia cardiaca que requieren tratamiento urgente.
En la IC crónica los síntomas aparecen de forma lentamente progresiva.
3. Según la
fisiopatología: IC con fracción de eyección deprimida, donde predomina el fallo
de la función contráctil del miocardio o IC con fracción de eyección
preservada, que se caracteriza por signos y síntomas típicos de IC en presencia
de cardiopatía estructural que condiciona elevación de las presiones de llenado
ventriculares.
4. Según la clínica
predominante: IC derecha (predominio de la congestión sistémica) o IC izquierda
(predominio de la congestión pulmonar).
5. Según el grado de
limitación funcional: la clasificación más empleada es la de la New York Heart
Association (NYHA)
Dentro de la
insuficiencia cardiaca aguda se pueden distinguir seis escenarios clínicos
diferentes, aunque frecuentemente se superponen entre sí:
Insuficiencia
cardiaca crónica descompensada:
síntomas de congestión sistémica y pulmonar en un paciente con IC crónica
establecida y tratada.
Edema
agudo de pulmón (EAP):
los pacientes se presentan con disnea más o menos súbita, intenso trabajo
respiratorio, taquipnea, ortopnea y crepitantes en campos pulmonares. La saturación
de oxígeno basal suele ser inferior al 90%.
IC
hipertensiva:
suele cursar con hipertrofia del ventrículo izquierdo y fracción de eyección conservada.
Se acompaña de cifras tensionales elevadas con signos de congestión pulmonar. La
respuesta al tratamiento es rápida, con baja mortalidad intrahospitalaria.
Shock
cardiogénico: se
define como la evidencia de hipoperfusión tisular inducida por IC tras una
adecuada corrección de la precarga. Se caracteriza por una reducción de la PA
sistólica <90mmHg o una caída de la PA media >30mmHg junto a anuria u
oliguria (ritmo de diuresis <0.5ml/Kg/H). Los pacientes se presentan con
hipotensión y cuadro de bajo gasto cardiaco.
Insuficiencia
cardiaca derecha aislada:
se caracteriza por datos de bajo gasto cardiaco en ausencia de congestión
pulmonar, con aumento de la presión venosa central (ingurgitación yugular) y
bajas presiones de llenado del ventrículo izquierdo. Predominan los síntomas de
congestión sistémica: edemas periféricos, ascitis, hepatomegalia. Puede
aparecer disnea por desplazamiento del septo interventricular hacia la
izquierda. Suele deberse a un aumento de la postcarga del ventrículo derecho o
a una reducción de la contractilidad, siendo las causas más frecuentes el
tromboembolismo pulmonar, la hipertensión pulmonar crónica o el infarto de
ventrículo derecho.
Síndrome
coronario agudo e insuficiencia cardiaca: aproximadamente el 15% de los pacientes con síndrome
coronario agudo se presentan con datos de IC. Ésta puede deberse a disfunción
del ventrículo izquierdo o derecho o a complicaciones mecánicas.
Etiología
Las principales causas
de IC en nuestro medio son la enfermedad coronaria y la hipertensión arterial,
seguidas de las valvulopatías y las miocardiopatías. Además, en la valoración
de todo paciente con IC debemos indagar acerca de los posibles factores
precipitantes de la misma, debiendo descartar el incumplimiento terapéutico o
transgresiones dietéticas.
Determinadas
enfermedades extracardiacas como la anemia, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica,
la insuficiencia renal crónica o una infección activa pueden agravar los
síntomas de insuficiencia cardiaca.
Diagnóstico
Inicialmente se debe
comprobar la estabilidad clínica y hemodinámica del paciente mediante la
constatación de los signos vitales: presión arterial, frecuencia cardiaca,
frecuencia respiratoria, temperatura y saturación de oxígeno. Igualmente, se
debe hacer una medición de la diuresis. Una vez confirmada la estabilidad del
paciente pasamos a realizar una anamnesis detallada y una exploración física
por aparatos. El diagnóstico se establece según la clínica y la confirmación de
patología cardiaca.
Los pacientes con IC
se presentan con una variedad de signos y síntomas derivados del deficiente
aporte de sangre a los tejidos (bajo gasto cardiaco) y de la sobrecarga
retrógrada de líquidos (congestión pulmonar y/o sistémica
• Congestión
pulmonar: disnea de esfuerzo o de reposo (síntoma más común), ortopnea, disnea
paroxística nocturna, tos no productiva, crepitantes pulmonares, sibilancias,
tercer tono.
• Congestión
sistémica: náuseas, sensación de plenitud abdominal, edemas, oliguria,
nicturia, ascitis, hepatomegalia dolorosa, ingurgitación yugular, reflujo
hepatoyugular.
• Bajo gasto
cardiaco: astenia, fatiga, bradipsiquia, confusión, somnolencia, mareos,
palidez, cianosis, diaforesis, oliguria, frialdad de extremidades, taquicardia,
hipotensión, disminución de la presión diferencial, pulso alternante, amplitud
del pulso disminuida.
Además del diagnóstico
sindrómico de insuficiencia cardiaca, es conveniente investigar la causa y
factores precipitantes que han propiciado la descompensación del paciente, ya
que, aunque el tratamiento general es común en la mayoría de los pacientes,
algunas causas requieren un tratamiento específico y pueden ser corregibles
(ej.: síndrome coronario agudo).
Aunque el diagnóstico
de IC es predominantemente clínico, se deben realizar las siguientes pruebas complementarias,
ya que aportan información acerca de la etiología y gravedad del cuadro:
a. Electrocardiograma (ECG): permite
valorar trastornos de la frecuencia cardiaca, el ritmo o la conducción.
Ocasionalmente revela la etiología, como alteraciones del segmento STonda T en
el síndrome coronario agudo o miopericarditis, altos voltajes en la hipertrofia
ventricular, etc. Un ECG completamente normal debe hacernos dudar del diagnóstico
de insuficiencia cardiaca aguda.
b. Radiografía de tórax (posteroanterior y
lateral): debe realizarse lo antes posible y así evaluar el grado de
congestión venosa pulmonar: redistribución vascular, edema intersticial (líneas
B de Kerley, engrosamiento peribronquial y de cisuras, borramiento perihiliar) y
edema alveolar (infiltrados alveolares algodonosos hiliofugales). Suele haber cardiomegalia
y derrame pleural, sobre todo derecho. También permite descartar otras causas
como desencadenantes de la disnea (neumonía, neumotórax, etc). Su realización
es más útil en la IC aguda que en la IC crónica.
c. Gasometría arterial: permite evaluar el
pH, el grado de oxigenación (pO2) y la función respiratoria (pCO2).
La acidosis metabólica (por hipoperfusión tisular), respiratoria (por acúmulo de
CO2) o, más frecuentemente, mixta, es un factor de mal pronóstico.
La medición de la
saturación de oxígeno no invasiva mediante pulsioximetría es un método válido
para aquellos pacientes con IC aguda no grave, pero debemos tener en cuenta que
no aporta información acerca del estado ácido-base ni de la función
respiratoria. No debe emplearse en pacientes en situación de bajo gasto o con
importante vasoconstricción.
d. Analítica: se deben solicitar un
hemograma, iones, perfil renal y hepático en todo paciente con sospecha de IC.
Según la sospecha etiológica, se ampliará el estudio con coagulación, hormonas
tiroideas o marcadores de daño miocárdico (pueden elevarse ligeramente en
pacientes con IC grave o descompensada en ausencia de síndrome coronario agudo,
constituyendo un dato de mal pronóstico).
e. Péptidos natriuréticos: la
determinación en plasma de péptidos natriuréticos (BNP, NT-proBNP) tiene
utilidad tanto en el diagnóstico, por su alto valor predictivo negativo, como
en el seguimiento de la IC crónica (valores elevados pese a tratamiento óptimo
indican mal pronóstico). Es preciso destacar que en procesos hiperagudos pueden
encontrarse valores normales. Se puede encontrar elevación de estos péptidos en
otras situaciones clínicas: hipertrofia ventricular izquierda, sobrecarga de
cavidades, hipoxemia, taquicardias, insuficiencia renal, cirrosis hepática,
edad avanzada, bronconeumopatía crónica, infecciones y sepsis.
f. Ecocardiograma: debe realizarse lo
antes posible, sobre todo en los pacientes con IC de novo, ya que permite
planificar la estrategia terapéutica al informar sobre la etiología. En el
paciente inestable o en shock debe realizarse de inmediato.
g. Otras pruebas complementarias: se debe
plantear la realización de cateterismo urgente en los pacientes con IC
secundaria a síndrome coronario agudo. En casos de IC grave (edema agudo de
pulmón, shock cardiogénico) puede ser necesaria su realización de forma
emergente.
Atención
en Urgencias
El objetivo inicial
del tratamiento de la IC aguda es la mejoría sintomática y la estabilización hemodinámica
del paciente. En paralelo al tratamiento general, deben establecerse los
factores desencadenantes y tratarlos.
a. Medidas
generales
• Posición
semisentada.
• Monitorización de
signos vitales. Debe cuantificarse la diuresis (realizar sondaje vesical en caso
de incontinencia urinaria o IC grave).
• Canalizar vía
venosa (preferiblemente dos).
• Oxigenoterapia:
debe iniciarse lo antes posible en pacientes con hipoxemia para alcanzar una saturación
de oxígeno ≥95%.
En pacientes EPOC es suficiente una saturación >90%, debido a que altas
concentraciones de oxígeno deprimen el centro respiratorio (el estímulo
respiratorio depende principalmente de la hipoxemia relativa). No se debe usar
de forma rutinaria en pacientes sin hipoxemia, pues causa vasoconstricción y
reducción del volumen sistólico.
b. Tratamiento de
los factores desencadenantes:
• Fibrilación auricular: frecuentemente
coexisten la IC con la fibrilación auricular. Control de la frecuencia cardiaca
o, si precisara, realizar cardioversión eléctrica.
• Hipertensión arterial: se recomienda
realizar un tratamiento intensivo de la hipertensión arterial, fundamentalmente
en la IC diastólica. Emplear vasodilatadores para reducir la congestión pulmonar.
• Insuficiencia renal: pueden ser
necesarias terapias de depuración extrarrenal.
• Tratamiento de otros agravantes de la IC,
como pueden ser la anemia o infecciones intercurrentes.
• En casos de IC leve
por abandono del tratamiento, transgresión dietética o un proceso infeccioso, puede
ser suficiente ajustar el tratamiento diurético y realizar seguimiento
ambulatorio.
c. Ventilación no
invasiva (VNI): la
VNI debe ser considerada en los pacientes con edema agudo de pulmón
cardiogénico o IC hipertensiva que se presenten con trabajo respiratorio
importante.
La ventilación con
PEEP (presión positiva al final de la espiración) consigue una mejoría de la función
del ventrículo izquierdo al disminuir la postcarga. Sin embargo, debe emplearse
con precaución en el shock cardiogénico y en el fallo de ventrículo derecho. Se
recomienda iniciar la ventilación con una PEEP entre 5-7cmH2O y
modificar los parámetros en función de la respuesta.
d. Ventilación
invasiva: si
hipoxemia progresiva refractaria al tratamiento (PaO2 <50mmHg),
acidosis respiratoria progresiva con PaCO2 >50mmHg, pH <7,20,
trabajo respiratorio excesivo con frecuencia respiratoria >40rpm, claudicación
respiratoria (< 10rpm) o alteración del nivel de conciencia.
e. Tratamiento
farmacológico:
para el tratamiento de la insuficiencia cardiaca aguda se dispone de varios
grupos de fármacos, siendo los más empleados los diuréticos, vasodilatadores e
inotropos positivos. La utilización de unos y otros dependerá de la situación hemodinámica
del paciente. En pacientes bajo tratamiento crónico con IECA/ARA II y
betabloqueantes debe mantenerse dicho tratamiento a las dosis habituales en
caso de IC leve. Disminuir dosis o suspender si aparecen datos de hipotensión e
hipoperfusión.
• Diuréticos: los más empleados en el
tratamiento de la insuficiencia cardiaca aguda son los diuréticos de asa (de
elección furosemida), que presentan, además, efecto venodilatador, disminuyendo
la congestión pulmonar y sistémica. Por su efecto diurético mejoran la
sobrecarga de volumen. Suelen emplearse en su forma intravenosa, debido a que
la absorción oral puede encontrarse reducida por edema de pared abdominal.
Comenzar con bolos de 20-40mg e incrementar la dosis en función de la respuesta
diurética. Evitar dosis muy elevadas que induzcan depleción de volumen y
alteraciones iónicas. En pacientes estables con congestión leve pueden
administrarse uno o dos comprimidos por vía oral. La dosis total de furosemida
debe ser <100mg en las primeras 6H y < 240mg en las primeras 24H. En caso
de resistencia diurética, valorar asociar a tiazidas o antialdosterónicos si el
paciente previamente no los tomaba (todos los paciente con disfunción sistólica
y GF II o mayor deberían estar en tratamiento con antialdosterónicos siempre
que no exista una contraindicación para su uso).
• Vasodilatadores: deben emplearse desde
el inicio asociados al tratamiento diurético, pues alivian la disnea y la
congestión pulmonar al disminuir la presión capilar pulmonar. Son un tratamiento
esencial en el edema agudo de pulmón. No deben emplearse en pacientes con hipotensión
sintomática, PAS <90mmHg, valvulopatía obstructiva importante o hipertrofia severa
del ventrículo izquierdo que condicione obstrucción dinámica.
– Nitroglicerina
(amp 50mg/10ml): a dosis bajas tiene efecto predominantemente venodilatador; a
dosis elevadas también produce vasodilatación arterial ligera.
Dilución: diluir 50mg en 250 cc SG 5% e iniciar la perfusión a una velocidad de 5-10ml/H.
Ajustar la dosis en
función de la respuesta clínica, evitando disminuir la PA <90mHg. La retirada
de este fármaco debe hacerse de forma paulatina. Puede administrarse un
comprimido sublingual hasta canalizar una vía venosa.
Emplear con
precaución si PAS 90-110mmHg.
– Nitroprusiato
(amp 50mg/5ml): presenta potente acción vasodilatadora arterial y venosa.
Se emplea
fundamentalmente para aliviar la congestión pulmonar en el edema agudo de pulmón
secundario a emergencia hipertensiva, la insuficiencia mitral severa aguda o la
insuficiencia aórtica severa aguda.
Dilución: diluir 50mg en 250 cc de SG 5% y comenzar a dosis de 0.5μg/Kg/min. La
dosis máxima recomendada es de 5μg/Kg/min. La dilución debe protegerse de la luz.
Durante su administración
se debe monitorizar frecuentemente la PA (a ser posible, de forma invasiva).
Evitar su uso en
cardiopatía isquémica por fenómeno de robo coronario.
•
Cloruro mórfico
(amp 10mg/ml): indicado en caso de agitación, disnea intensa, ansiedad o ángor.
Alivia la sensación de disnea por cierto efecto venodilatador. Muy útil en los
pacientes con EAP.
Dilución: diluir 10mg en 9cc SSF 0,9% y comenzar con bolos de 2,5-5mg IV (puede
repetirse la dosis hasta un máximo de 15mg). Se recomienda asociar un
antiemético. Deben monitorizarse el nivel de conciencia y la función
respiratoria.
Utilizar con
precaución en pacientes con hipotensión, bradicardia, bloqueos AV avanzados o
retenedores de CO2.
• Inotrópicos: los agentes inotrópicos
producen un aumento de la contractilidad cardiaca, por lo que están indicados
en situaciones de bajo gasto cardiaco con hipoperfusión periférica o en
pacientes en los que predomina la congestión, pero ésta es refractaria al
tratamiento con vasodilatadores y diuréticos. Producen taquicardia sinusal e
inducen isquemia miocárdica y arritmias auriculares y ventriculares.
–
Dopamina (amp 200mg/10ml):
diluir 1g en 250cc SG 5%. Sus
efectos varían según la dosis empleada:
0,5-3mg/Kg/min:
activación de receptores dopaminérgicos, produciendo vasodilatación renal,
cerebral, mesentérica, esplénica y aumento de diuresis.
3-7,5mg/Kg/min:
activación de receptores ß, que incrementan la contractilidad miocárdica.
7,5-20mg/Kg/min: activación
dosis dependiente de receptores, induciendo vasoconstricción arteriolar, con
aumento de las resistencias vasculares pulmonar y sistémica (aumenta la postcarga
del ventrículo izquierdo y derecho). Se emplea como soporte vasopresor
transitorio en pacientes con marcada hipotensión.
–
Dobutamina (amp
250mg/5ml): agonista de los receptores ß1, con efectos inotropo y cronotropo
positivos, produciendo un aumento de la contractilidad miocárdica y de la
frecuencia cardiaca. La activación de receptores ß2 produce vasodilatación que
puede inducir hipotensión. Sin embargo, el aumento del gasto cardiaco
contrarresta este efecto, por lo que la presión arterial suele permanecer
invariable. No obstante, se debe administrar con cuidado en pacientes
hipotensos.
Dilución: 1g en 250cc SG 5%. Iniciar la infusión a 2-3μg/Kg/min hasta 15μg/Kg/min.
En pacientes en tratamiento crónico con betabloqueantes puede ser necesario
aumentar la dosis hasta 20μg/Kg/min para restablecer su efecto inotropo.
– Levosimendán (amp 12,5mg/5ml): agente sensibilizador del calcio
con efecto inotropo positivo sin aumento de las demandas miocárdicas de
oxígeno. A su vez actúa sobre canales ATP-potasio dependientes de las células
musculares lisas, induciendo vasodilatación periférica (disminuye la PCP, RVS,
RVP y la PA). Presenta un potente efecto diurético.
Dilución: diluir 12,5mg en 500cc SG 5% e iniciar la perfusión a dosis de 0,05μg/Kg/min,
pudiéndose incrementar hasta dosis de 0,2μg/Kg/min. En la actualidad no se
recomienda administrar bolo previo a la infusión, sobre todo si existe
hipotensión. La perfusión se mantiene durante 24H, pero los efectos
hemodinámicos persisten durante al menos una semana.
No se recomienda en
pacientes con PAS <85mmHg. Puede producir ligera taquicardia refleja y
proarritmia (generalmente favorecidas por hipopotasemia, ya que su
administración consume potasio).
Contraindicado en
pacientes con aclaramiento de creatinina <30ml/min o con daño hepáticograve.
Puede administrarse
conjuntamente con betabloqueantes (a diferencia de los inotropos betaagonistas).
– Milrinona y enoximona: inotropos
positivos que actúan mediante la inhibición de la fosfodiesterasa III, produciendo
un incremento del gasto cardiaco y vasodilatación periférica, que disminuye las
resistencias vasculares sistémicas y pulmonares. Poco empleados en adultos en
nuestro país.
– Digoxina: glucósido cardiaco con pequeño
efecto inotropo positivo. Especialmente recomendado para control de la
frecuencia cardiaca en pacientes con fibrilación auricular con respuesta
ventricular rápida e insuficiencia cardiaca con disfunción sistólica.
•
Noradrenalina (amp
10mg/10ml): agonista de los receptores a que promueve una vasoconstricción generalizada.
Indicado en el tratamiento del shock refractario a dopamina y dobutamina.
Aunque el fármaco puede estimular los receptores b en un amplio intervalo de
dosis, el gasto cardiaco aumenta sólo a dosis bajas. A dosis elevadas el gasto
cardiaco disminuye a causa de la vasoconstricción y el aumento de la postcarga.
Su administración
conlleva riesgos de hipoperfusión e isquemia que pueden afectar a cualquier lecho
tisular u órgano vital (ej. necrosis tubular aguda y gangrena de las
extremidades).
También puede
producir arritmias.
Dilución: 40mg en 250cc SSF 0,9% o SG 5%.
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