Los traumatismos
cerrados se producen habitualmente por impactos de alta energía, como caídas
desde una elevada altura, aplastamientos, colisiones de tráfico,
atropellamientos, ahorcamientos o estrangulaciones.
El traumatismo
maxilofacial es el mecanismo más frecuente de lesión de la VA. Puede asociar la
presencia de un trismus, que normalmente se resuelve tras la inducción
anestésica. En estos casos, suponen un mayor problema la presencia de
hemorragia, hipoxia y el riesgo de aspiración.
Lesiones en el
cartílago cricoides y en la membrana cricotiroidea ocurren en el 50% de los
casos en los que hay compromiso de la VA y la separación laringotraqueal hasta
en un 63%. La VA puede permanecer permeable si se mantiene la ventilación
espontánea debido a la contención mecánica del tejido conectivo de alrededor,
aunque la situación se puede deteriorar rápidamente.
Los traumatismos a
nivel de la laringe pueden presentar síntomas inespecíficos como tos, disnea,
afonía, estridor, crepitantes laríngeos, hemoptisis o enfisema subcutáneo.
Tanto el estridor como la hemoptipsis se han relacionado con lesiones severas.
Dada la inespecificidad de los signos y síntomas, la sospecha de lesiones sobre la VA, debe llevar a la realización de exploraciones complementarias como la radiografía de tórax, en busca de un enfisema o neumotórax asociado. La endoscopia nasal permite valorar la permeabilidad de la VA superior y de las cuerdas vocales, siendo la broncoscopia necesaria para descartar lesiones por debajo de éstas. El TAC es el “gold standard” en estos casos detectando el 94% de las lesiones.
Tratamiento
Los traumatismos
cerrados menores que no requieran una actuación inmediata, deben ingresar en
una unidad de cuidados intensivos para poder evaluar periódicamente la VA,
durante 48 horas.
El manejo del paciente
con un traumatismo grave dependerá de la cooperación de éste y de la valoración
riesgo-beneficio de cada caso. La mejor opción de intubación es mediante una
técnica de visualización directa y con el paciente despierto, en ventilación
espontánea. Las opciones son:
– Traqueostomía
quirúrgica bajo anestesia local. Tanto la cricotiroidotomía quirúrgica como la
percutánea están contraindicadas en estos casos.
– Intubación
fibrobroncoscópica con el paciente despierto. Permite colocar el tubo
endotraqueal (TET) distal a la lesión. Se debe utilizar un TET de pequeño
calibre y con el bisel romo para evitar lesiones secundarias a la progresión
del tubo a través del fibrobroncoscopio.
– Intubación
orotraqueal convencional.
Los autores
recomiendan la intubación directa mediante el uso de un fibrobroncoscopio o
videolaringoscopio tras una inducción de secuencia rápida modificada (evitando
el uso de presión cricoidea – maniobra de BURP – y la ventilación mediante
presión positiva). La técnica utilizada, dependerá del grado de experiencia del
anestesiólogo, del cirujano y de las condiciones del paciente.
Lesiones
penetrantes o debidas a ondas expansivas
Las heridas
ocasionadas en la VA pueden rápidamente suponer un riesgo vital debido a la
elevada densidad de estructuras vitales localizadas en el cuello. Además una
lesión superficial puede esconder lesiones subyacentes vasculares, sobre la VA
o el tubo digestivo. La pérdida de sangre y la obstrucción de la VA van a ser
los determinantes de la severidad de la lesión en cada caso.
Las heridas causadas
en la parte anterior del cuello comprimen la VA con mayor frecuencia. Si es
posible, el TAC es la exploración de primera línea en pacientes con lesiones en
el cuello y estables hemodinámicamente, para localizar lesiones que afecten a
la VA.
En todos los casos,
el manejo de estos pacientes viene determinado, al igual que en el caso
anterior, por la cooperación del paciente y la valoración riesgo-beneficio. Una
dificultad añadida podría suponer la presencia de hematoma o de enfisema
alrededor de la VA que distorsione la anatomía y dificulte la traqueostomía. La
realización de una fibrobroncoscopia puede resultar dificultosa por la
presencia de sangre o detritus en la VA. A pesar de ello, en algunos casos se
ha mostrado una técnica eficaz.
Tratamiento
La literatura sugiere
que la opción más segura de manejo de estos pacientes es el instrumentar la
traquea bajo visión directa con el paciente despierto y en ventilación
espontánea, para evitar así cualquier lesión añadida o la creación de una falsa
vía. La intervención de elección es la realización de una traqueostomía
quirúrgica. Tanto la cricotiroidotomía quirúrgica como la percutánea, también
están contraindicadas en estos casos. La intubación fibrobroncoscópica es una
alternativa, que además permite posicionar el TET en caso de que exista una
lesión, distal a ésta.
Los autores sugieren
que la mejor opción es la visualización e intubación mediante el uso de
fibrobroncoscopia o videolaringoscopia directa tras una inducción de secuencia
rápida modificada. El uso de un AirwayScope combinado con una guía, el Airtraq
o el estilete luminoso, han sido también descritos en estas situaciones.
Quemaduras
Las quemaduras pueden
ser causadas por diferentes mecanismos: vapor, calor directo, agentes
corrosivos o eléctricos. Todos ellos pueden provocar una grave inflamación de
la cara, lengua, epiglotis y glotis, dando lugar a una obstrucción de la VA.
Las lesiones térmicas
suelen afectar a estructuras por encima de las cuerdas vocales, a no ser que se
haya inhalado vapor. La inhalación de humo afecta a su vez a los pulmones,
debiendo descartar en esos casos, la intoxicación por monóxido de carbono.
as quemaduras sobre
la cara y cuello asocian obstrucción de la VA e inhalación de humo. Debido a
ello, la intubación en estos pacientes debe ser precoz, ya que la aparición de
complicaciones se incrementa de un 11,2 a un 16.9% si se retrasa, debido a la
aparición de edema.
Se debe realizar una
endoscopia nasal para valorar la severidad de las lesiones y si se sospecha
inhalación de humo, una fibrobroncoscopia que pueda evidenciar la presencia de
detritus, eritema o ulceraciones traqueales.
Tratamiento
La intubación está
indicada en casos de lesiones por inhalación de humo combinada con quemaduras
corporales extensas, de cara o cuello. Pacientes con inhalación de humo, sin
presencia de quemaduras, pueden ser monitorizados mediante endoscopios nasales
e intubarse en un segundo tiempo, en caso de ser necesario.
Además de la presencia
de edema, se asocian a limitación de la apertura bucal y a un trismus, si la
causa de la lesión ha sido por electrocución. La ventilación manual en estos
casos también puede resultar dificultosa debido a la presencia de apósitos y
exudados. En cualquier caso la administración de oxígeno se recomienda durante
el manejo.
Las lesiones menores
pueden tratarse de forma conservadora. En los pacientes colaboradores con
quemaduras que requieran tratamiento inmediato, se debe considerar la
realización de una intubación con fibrobroncoscopio despierto si la valoración
previa revela la presencia de lesiones en la VA superior o dificultad de
ventilación manual mediante mascarilla.
Las lesiones graves y
en casos en los que el paciente no obedezca, requieren un abordaje quirúrgico
de la vía aérea.
En caso de que el
paciente no colabore o presente lesiones menores, la realización de una
secuencia de inducción rápida seguida de intubación mediante videolaringoscopia
resulta apropiada.
Tras la intubación, el TET se debe fijar cuidadosamente mediante una fijación dental o mediante sistemas de fijación por arco. Nunca se deben recortar los tubos, pues el edema facial puede provocar que éste se movilice y que el paciente requiera una reintubación.
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