Definición
La hipertensión
arterial (HTA) es un proceso crónico que presenta una prevalencia de más del
25% en la población adulta.
La crisis
hipertensiva es una situación clínica definida como elevación brusca de la presión
arterial, encontrándose como límites para su diagnóstico las cifras de presión arterial
sistólica (PAS) ≥180mmHg y/o presión arterial diastólica (PAD) ≥120mmHg.
Algunos autores la
definen como PAS ≥210mmHg y/o PAD ≥120mmHg.
Clasificación
Urgencia
hipertensiva (UH).
Existe una elevación brusca de la PA, sin afectación de órganos diana y sin
clínica acompañante o síntomas leves e inespecíficos. Se recomienda administrar
fármacos por vía oral y disminuir la PA de forma gradual en 24-48H. La mayoría
de las urgencias hipertensivas se asocian a HTA esencial crónica mal
controlada.
Pseudocrisis
hipertensiva.
Elevación de la PA reactiva a algún estímulo agudo (dolor, ansiedad, estrés) o
patologías (traumatismo craneal, lesión medular, hipoxia, retención urinaria).
La elevación de la PA cede al tratar el factor desencadenante que lo produce,
sin necesidad de medicación hipotensora. Se consideran falsas crisis hipertensivas.
Emergencia
hipertensiva (EH).
Se define como la elevación severa de la PA asociada a lesiones agudas y
potencialmente graves de órganos diana (cerebro, riñón, corazón, vasos y
retina), que pueden ser irreversibles. Conlleva compromiso vital. Es necesaria una reducción
inmediata de las cifras de PA. Está indicado el tratamiento parenteral en:
TRASTORNOS
CEREBROVASCULARES
– Encefalopatía
hipertensiva
– Hemorragia
cerebral intraparenquimatosa o subaracnoidea
– Ictus isquémico
TRASTORNOS
CARDIOVASCULARES
– Síndrome coronario
agudo: IAM, ángor inestable
– Disección aórtica
aguda
– Insuficiencia
ventricular aguda. Edema agudo de pulmón
– Postoperatorio de cirugía
de revascularización coronaria
TRASTORNOS RENALES
– Insuficiencia
renal aguda o crónica en progresión
– Glomerulonefritis
aguda. Crisis renales de enfermedad del tejido conectivo
– Postoperatorio de
trasplante renal
HIPERTENSIÓN ACELERADA-MALIGNA
– Retinopatía grado
III (exudados, hemorragias). Retinopatía grado IV (papiledema)
– Afectación renal:
esquistocitos, hematuria, proteinuria, síndrome hemolítico urémico e
insuficiencia renal
– Afectación
neurológica
EXCESO DE
CATECOLAMINAS CIRCULANTES
– Crisis de
feocromocitoma
– Abuso de drogas
simpaticomiméticas: cocaína, anfetaminas. Fármacos: antidepresivos tricíclicos,
IMAO
- Supresión brusca
de tratamiento hipotensor (bloqueantes adrenérgicos)
OTROS
– Ecalmpsia.
Síndrome HELLP
– Grandes quemados,
epistaxis severa, postoperatorio inmediato
Valoración en Urgencias
Descartar y
confirmar las cifras tensionales elevadas, clasificando la crisis hipertensiva
como urgencia o emergencia. La gravedad no está relacionada con las cifras
elevadas de PA sino con la afectación de órganos diana y el contexto clínico
del paciente. Dentro de la evaluación inicial es muy importante una anamnesis
detallada enfocada a identificar: presencia de HTA previa, causas conocidas de
HTA, tiempo de evolución, tratamiento farmacológico previo y modificaciones recientes
del mismo, cifras tensionales habituales, historia de cardiopatía o nefropatía,
uso de drogas o fármacos.
Las urgencias
hipertensivas presentan clínicamente una sintomatología inespecífica: cefalea,
astenia, acúfenos, epistaxis, mareo. La sintomatología de los pacientes que presentan
una emergencia hipertensiva está relacionada con el órgano diana afecto.
La
exploración física debe ir dirigida a localizar afectación de algún órgano
diana. Es fundamental la toma de tensión arterial (TA) repetida (medida en
decúbito y en bipedestación) y en los dos brazos si sospechamos disección
aórtica. Valoraremos el aspecto general del paciente (cianosis, edemas
periféricos), latidos carotídeos, PVY, auscultación cardiaca y pulmonar,
abdomen (soplo aórtico, masas, visceromegalias) y examen de fondo de ojo. Se
debe descartar asimetría de pulsos en miembros, signos de insuficiencia
cardiaca, déficit neurológico. Puede existir una exploración anodina o aparecer
signos específicos de cada uno de los síndromes que definen las emergencias
hipertensivas.
La realización de
exploraciones complementarias en un paciente que acude por elevación de la PA
debe de ser individualizada, teniendo presente siempre la clínica del paciente
y los hallazgos en la exploración física.
De forma general, NO
es necesario realizar ningún tipo de prueba complementaria en aquellos
pacientes hipertensos conocidos con urgencia hipertensiva.
En aquellos
pacientes con emergencia hipertensiva y/o urgencia hipertensiva sin HTA conocida,
mientras se administra tratamiento se realizará: hemograma, coagulación y
bioquímica (iones, glucosa, función renal), sistemático de orina con iones y
sedimento urinario, fondo de ojo, electrocardiograma y radiografía de tórax.
El resto de pruebas
complementarias dependerán de la sospecha clínica del paciente e irán
encaminadas al diagnóstico y a la valoración de la repercusión orgánica:
enzimas cardiacas, gasometría arterial, tomografía axial computarizada (TAC)
craneal, TAC toraco-abdominal, ecocardiograma, ecografía abdominal,
catecolaminas, tóxicos en orina.
TRATAMIENTO
Urgencia
hipertensiva
El tratamiento está
dirigido a una disminución gradual progresiva de la PA en el intervalo de 24-48
horas, preferiblemente con medicación oral, evitando así las posibles
complicaciones a nivel cerebral, coronario y renal que se pueden originar con
una disminución brusca de la PA. El objetivo terapéutico es reducir la PAD <
110 mmHg y la PAS < 180 mmHg. No hay que insistir en querer llegar a
normalizar las cifras tensionales.
·
Inicialmente
el paciente debe situarse en un lugar tranquilo (incluso emplear ansiolíticos como
primer escalón terapéutico), repetir la PA tras 30 minutos de reposo y si
persisten cifras elevadas iniciaremos el tratamiento antihipertensivo.
·
La
elección del fármaco dependerá de cada paciente (antecedentes personales,
enfermedades previas, tratamiento concomitante). La dosis oral del fármaco
elegido puede repetirse 2 ó 3 veces, cada 30-60 minutos.
– Los inhibidores
de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) son los fármacos más usados:
captopril.
– Antagonistas del
calcio: no se recomienda actualmente el nifedipino sublingual en ningún tipo de
crisis hipertensiva, ya que puede producir un descenso brusco de las cifras de
TA, con riesgo de hipoperfusión de órganos vitales.
– Otros:
β-bloqueantes, furosemida.
Si no se consigue
el control adecuado de la PA estará indicada la administración intravenosa de
fármacos. Si el paciente es dado de alta debe de ser revisado en las siguientes
24-48H.
Emergencia
hipertensiva
Debemos disminuir
de forma enérgica pero controlada la PA. El objetivo inmediato es reducir la TA
media en un 25% o la PAD a 100-110 mmHg en 1-2 horas, siempre en función de la
situación y sospecha clínica. En el EAP y la disección aórtica la reducción debe
ser muy rápida en los primeros 30 minutos, mientras que en el accidente cerebro
vascular agudo (ACVA) se debe disminuir de forma más progresiva (12-24 horas).
Son urgencias vitales y los pacientes deben estar adecuadamente monitorizados.
La vía de administración es intravenosa, utilizando fármacos de vida media
corta y de fácil titulación.
Situaciones específicas
de emergencia hipertensiva.
Encefalopatía
hipertensiva: se
puede emplear como tratamiento: IECA (enalapril endovenoso), nitroprusiato,
urapidilo. No se recomiendan los diuréticos ni los vasodilatadores. Se debe
evitar el aumento de flujo cerebral.
Insuficiencia
cardiaca aguda EAP:
el tratamiento de elección son los vasodilatadores como la nitroglicerina
asociado a diuréticos del asa y morfina iv.
Síndrome
coronario agudo:
el fármaco de elección es la nitroglicerina iv, que produce efecto
vasodilatador coronario y descenso de resistencias vasculares periféricas. La
reducción de PA debe de ser progresiva para mantener flujo coronario óptimo,
logrando cifras de PAD que se aproximen a 100 mmHg.
Disección de
aorta: el
objetivo es reducir las cifras de PAS en torno a 100-110 mmHg de forma precoz.
Se debe asociar un betabloqueante con un vasodilatador.
Labetalol o esmolol
asociado a nitroprusiato sódico. La decisión de cirugía inmediata depende de la
localización del aneurisma, indicada urgentemente en el tipo A.
Ictus isquémico: en la mayoría de los pacientes
con ictus isquémico la PA elevada se normaliza paulatinamente de forma
espontánea, sin necesidad de tratamiento farmacológico. Un descenso brusco de
PA en estos pacientes puede aumentar la isquemia por hipoperfusión cerebral.
Tratar sólo si TA > 220/120 mmHg. El objetivo es no disminuir más de un
10-15% de la PA en las primeras 24 horas. El fármaco de elección es el
labetalol. Si se emplea tratamiento trombolítico debe pautarse tratamiento hipotensor
a las 24 horas si TA >185/110 mmHg.
Hemorragia
cerebral: aunque
en los pacientes con hemorragia intracerebral (HIC) la HTA puede ser refleja,
esta no se corrige de forma espontánea los días posteriores.
A diferencia de
otras emergencias hipertensivas, en la HIC no está claro qué cifras de PA se
deben tener como objetivo de descenso. Una TA en torno a 160/90 se relaciona con
un mejor pronóstico. Se pauta tratamiento antihipertensivo en hemorragia intracraneal
si TAS > 170mmHg y el objetivo es mantener la TAS entre 140-170 mmHg.
Vigilar signos de hipoperfusión cerebral durante el tratamiento hipotensor.
El labetalol es el
fármaco de elección. Están contraindicados los vasodilatadores por aumento de
presión intracraneal. En el caso de la hemorragia subaracnoidea está indicado
el uso del nimodipino por su selectividad por los vasos cerebrales, para evitar
el vasoespasmo.
Crisis
catecolaminérgicas:
el tratamiento de elección es la fentolamina.
HTA acelerada
maligna: el
objetivo es bajar la PAD en torno a 100-110 mmHg en 2- 6 horas (no disminuir
> 25% respecto a las cifras iniciales). Se recomienda labetalol, urapidil,
nitroprusiato.
Eclampsia: hidralazina, labetalol y
urapidilo. IECA y nitroprusiato están contraindicados.
Algoritmo de Actuación
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