El politrauma se
define como las lesiones sufridas por un individuo por descarga de energía de
mayor o menor intensidad; sea ésta cinética, térmica, radiante o de otro tipo.
Está considerada la
primera causa de mortalidad en la edad pediátrica, fundamentalmente los
accidentes de tráfico. Los accidentes domésticos constituyen la mayoría de los
casos.
Shaken baby syndrome: se caracteriza por lesiones desencadenadas al agitar el cuello y la cabeza de un lactante. |
• Preparación
previa: se optimizará la sala en la que será atendido mediante adecuación de
temperatura y preparación del material, si es posible con antelación.
• Medidas de
protección: el primer paso de la atención a todo paciente politraumatizado es
la protección del personal que lo atiende, mediante guantes, mascarilla o bata,
si es necesario.
• Inmovilización
cervical: todo paciente politraumatizado es susceptible de tener una lesión
cervical por lo que es fundamental una adecuada inmovilización previa a
cualquier maniobra sobre la vía aérea. En esta fase se realizará inmovilización
cervical bimanual en posición neutra.
• Vía aérea:
– El paciente
consciente que responde adecuadamente o presenta un llanto normal tiene, en
principio, la vía aérea conservada (además de la ventilación y la circulación).
Se aplicará O2 al 100% y se reevaluará periódicamente.
– En caso de que el
paciente no responda se realiza, en primer lugar, la apertura de la vía aérea.
Las maniobras de apertura con protección de la columna cervical son la tracción
mandibular y el desplazamiento anterior de la mandíbula. Se procederá al
aspirado de secreciones y la evacuación de cuerpos extraños y a valorar la
ventilación (ver-oír-sentir).
En pacientes
inconscientes se puede colocar una cánula de Guedel como paso previo a la vía
aérea definitiva (intubación endotraqueal).
- Las indicaciones
de establecimiento de la vía aérea definitiva son la apnea, hipoventilación,
deterioro progresivo respiratorio o hemodinámico, Glasgow Coma Score (GSC)
igual o menor que 8 y protección de la vía aérea en caso de sangrado, vómitos,
lesiones maxilofaciales o lesiones por inhalación. Se aplica mascarilla facial
con FiO2 cercana al 100% (mediante flujo de 10-15 litros por minuto
y bolsa reservorio), ventilando con Guedel en el caso de apnea/hipoventilación
o coma y oxigenando sin ventilar en pacientes con ventilación espontánea. En caso
de pacientes conscientes se realizará la secuencia rápida de intubación, canalizando
una vía periférica para administrar atropina (0,01mg/kg, min 0,1mg - máx. 1-2mg),
midazolam (0,1mg/kg) y succinilcolina (1mg/kg). En ese momento se procede a la
intubación, de preferencia, orotraqueal. Cada intento de intubación no excederá
de los 30seg y cada 2 intentos se debe ventilar.
- La punción
cricotiroidea y la cricotiroidotomía percutánea se reservan para casos
excepcionales en los que no es posible la intubación orotraqueal.
• Ventilación:
Una apertura
adecuada de la vía aérea no garantiza la ventilación. Si el niño está excitado
hay que sospechar hipoxia; si obnubilado, hipercapnia y si está cianótico,
hipoventilación. Una vez asegurada la vía aérea, la ventilación se hará con un
volumen tidal de 10-15cc/kg, frecuencia adaptada a la edad y FiO2
cercana al 100%. Si no se consigue una correcta oxigenación es necesario
reevaluar la A, vía aérea, en primer lugar, y descartar lesiones torácicas con
riesgo inminente de muerte (RIM) con afectación de la ventilación en segundo
lugar:
– Neumotórax a
tensión: ingurgitación yugular, desplazamiento latido de la punta,
timpanismo a la percusión, ausencia de ruidos respiratorios en hemitórax
afectado. Tratamiento inmediato: descompresión mediante toracocentesis en
segundo espacio intercostal línea medio clavicular.
– Neumotórax
abierto: herida con traumatopnea.
Tratamiento
inmediato: sellado mediante mecanismo valvular: apósito pegado a la piel por
tres de sus lados.
– Hemotórax
masivo: exploración similar al neumotórax a tensión pero con matidez a la
percusión.
Tratamiento: de
entrada, drenaje endotorácico en quinto espacio intercostal línea medio axilar
conectada a sello de agua y aspiración.
– Volet costal:
movimientos paradójicos en hemitórax afectado.
Tratamiento mediante
ventilación con presión positiva e inmovilización del segmento afectado.
– Contusión
pulmonar grave bilateral.
• Circulación.
– Control de la
hemorragia y tratamiento del shock: es importante, en primer lugar, la
evaluación de la perfusión periférica, la frecuencia cardiaca, los pulsos
(presencia de periféricos PAS > 90mmHg y presencia de centrales y ausencia
de periféricos PAS > 50mmHg, ausencia de pulsos, PAS < 50mmHg; descartar
PCR) y la presión arterial.
La taquicardia y
la mala perfusión periférica nos alertan sobre un shock presente aunque
compensado. Cuando existe afectación de la presión arterial, el shock está
establecido y descompensado (pérdidas de más del 30% del volumen sanguíneo).
– Control del
sangrado: compresión directa sobre el punto de sangrado.
Torniquetes
sólo en caso de amputación y sólo en húmero y fémur.
– Acceso venoso:
se tomarán dos vías periféricas de gran calibre de preferencia, una por encima
y otra por debajo del diafragma. En ese momento deben tomarse muestras para
analítica y pruebas cruzadas.
Si
no se consigue el acceso venoso en 3 intentos en un máximo de 90seg, se
procederá a la canalización de una vía intraósea (tibia proximal en <6 años
y maléolo interno en >6 años). Las vías centrales no deben canalizarse hasta
que el paciente está estabilizado.
– Reposición de volumen: salino
fisiológico a 20cc/kg. Se pueden repetir hasta 3 bolos y, si persisten los
signos de shock es necesaria la administración de concentrado de hematíes a 10cc/kg.
La falta de respuesta o la respuesta transitoria a la reposición se debe, en la
mayoría de los casos, a una hemorragia persistente y requiere intervención quirúrgica
urgente. Deberán considerarse otras causas menos frecuentes de persistencia del
shock:
- Neumotórax a
tensión.
- Hemotórax
masivo.
- Taponamiento
pericárdico: ingurgitación yugular, tonos apagados, hipotensión refractaria.
Tratamiento inmediato: pericardiocentesis por ángulo costo-xifoideo izquierdo
con control electrocardiográfico.
- Fractura de
pelvis: inmovilización mediante fajado e intervención quirúrgica urgente versus
embolización.
• Evaluación
neurológica:
La evaluación
neurológica en el examen inicial se centra en dos aspectos:
– Nivel de
consciencia: consciente/obnubilado/coma.
– Pupilas:
tamaño/simetría/reactividad.
• Exposición y
control ambiental:
Consiste en
desvestir totalmente al paciente para evidenciar lesiones cuya evaluación no
puede esperar hasta el segundo examen físico, por ejemplo, exposición de
cavidades, grandes deformidades de miembros o amputaciones. Posteriormente, es
imprescindible cubrir al paciente y aplicar dispositivos de calentamiento.
Segundo
examen físico
Esta fase incluye
una anamnesis completa y un examen físico exhaustivo, secuencial y jerarquizado
(inspección, palpación, percusión y auscultación).
Asimismo, en esta
fase se completarán procedimientos y se solicitarán pruebas complementarias.
• Cabeza:
búsqueda de heridas, laceraciones (lavar y cubrir con gasa), signos de fractura
de base del cráneo, control de orificios. Se realizarán:
– Mini examen
neurológico: Glasgow/pupilas/función motora de miembros (en caso de haber
realizado una secuencia rápida de intubación, el Glasgow será el que presentaba
el paciente a su llegada antes de sedarle).
– Colocación de SNG
(orogástrica si sospecha de fractura de la base del cráneo).
• Cuello:
búsqueda de heridas, laceraciones, ingurgitación yugular, desviación traqueal,
puntos dolorosos y deformidades en columna cervical. Han de recordarse:
– Sustituir la
inmovilización cervical bimanual por un collarín tipo Philadelphia.
– Petición de
radiografías lateral cervical, posteroanterior de tórax y anteroposterior de
pelvis.
• Tórax: examen de heridas, contusiones, auscultaciones
cardiaca y pulmonar. En ese momento:
– Cambio de la
toracocentesis si se realizó por neumotórax a tensión por un drenaje
endotorácico en quinto espacio intercostal línea medio axilar conectado a sello
de agua sin aspiración.
• Abdomen y pelvis:
búsqueda de heridas, hematomas, palpación abdominal, auscultación de ruidos,
comprobación de la estabilidad del anillo pelviano (hacer sólo 1 vez). No
extraer cuerpos extraños penetrantes.
• Periné:
hematomas perineales, uretrorragia.
– Sondaje vesical
salvo sospecha de rotura de uretra (en ese caso, realizar talla vesical).
• Espalda:
se realizará el giro del paciente en bloque mediante 3 ayudantes.
• Miembros:
evidenciar heridas, deformaciones, pulsos, perfusión.
– Tracción e
inmovilización de miembros con gran deformidad y comprobación de pulsos. Si
hubieran desaparecido tras la tracción, soltar la misma hasta que vuelvan a
aparecer.
– Pedir estudios
radiográficos de zonas sospechosas.
– Medicación:
profilaxis antitetánica, analgesia, etc.
Ha de recordarse
siempre la necesidad de una reevaluación permanente hasta la aplicación de los
cuidados definitivos. Si se produjera un deterioro en cualquier punto de la
secuencia, ésta ha de interrumpirse y reevaluar
desde la A, vía aérea.
Una vez estabilizado
el paciente, es necesaria la categorización que se realizará mediante el índice de trauma pediátrico (ITP).
ITP
al ingreso:
ITP
> 8: supervivencia 100%.
ITP
≤ 8: mortalidad 10%. Debe ser transferido a centro de tercer nivel.
ITP
< 0: mortalidad > 70%.
Para finalizar, se
realizará el triage y, en caso necesario, el traslado consensuado médico-médico
para cuidados definitivos.
La
información a los padres es un punto que no debemos olvidar una vez
estabilizado el paciente.
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